domingo, 27 de septiembre de 2009

Pequeña historia de detectives

Los tres hombres se encaminaron hacia la escena del crimen. El cadáver yacía en el centro de la sala, una pequeña biblioteca. En la sala estaban Judith, la viuda, y Alfred, el mayordomo.
“Este es el cuerpo del señor Monterrey, tal y como lo ha dejado la policía cuando vino esta mañana”, dijo el mayordomo.

“¿A qué hora exactamente encontraron el cadáver?” preguntó el Detective Analítico.“¿Sabe si el señor Monterrey tenía algún enemigo?”, preguntó el Detective Duro.

“Mayordomo, ¿eh? ¡Usted es el asesino!”, dijo el Detective Paranoico.
Pero nadie le hizo caso.

Los detectives se aproximaron para examinar el muerto.
“Por la posición en la que se encuentra, debieron apuñalarlo por la espalda, intentó levantarse del sillón y se cayó al suelo”, dijo el Detective Analítico.

“Huele a whisky Jack Molisanti del ’82 calidad extra, a 150€ la botella”, señaló el Detective Duro. Todos le miraron. Carraspeó, “quizá era alcohólico. Podría ser relevante en el caso…”

“¡Mierda! ¿Se ha movido? ¿S-se ha movido? ¡Diría que se ha movido!”, dijo el Detective Paranoico, “ay, Dios”.
Pero nadie le hizo caso.

Entonces el Detective Analítico se inclinó sobre el cadáver y extrajo un pelo con unas pinzas.
“¡Ahá! ¡Un pelo! ¡De color rubio! ¡Justo como la joven esposa (y ahora rica viuda) del señor Monterrey!”, señaló el Detective Analítico.

El Detective duro también se inclinó sobre el cadáver y extrajo una botella de whisky Jack Molisanti del ’82, calidad extra.
“Ah, no, creía que era otra cosa”, comentó como quien no quiere la cosa. Introdujo disimuladamente la botella en el bolsillo de su chaqueta.

“Mirad, alguien ha dibujado un contorno de tiza alrededor… ¿La Banda de la Tiza? ¡Dios! ¿Es ese el respeto que tienen por los muertos?”, dijo el Detective Paranoico.
Pero nadie le hizo caso. Paranoico paranoico

Finalmente, todos extrajeron sus conclusiones.

“La asesina es, por tanto… ¡la viuda del señor Monterrey!”, dedujo finalmente el Detective Analítico.

“La asesina es Judith, ¡Judith! Maldición, lo supe desde que la vi en aquel bar de copas…”, dedujo el Detective Duro.

“Lo más probable es que el asesino haya sido yo, con otra personalidad subconsciente mía. Seguro que tengo doble personalidad. Y no descarto que la víctima, el señor Monterrey, sea otra de mis personalidades.”, dedujo el Detective Paranoico.
Pero nadie le hizo caso. Y eso que tenía razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario