viernes, 26 de febrero de 2010

"No pretendo asustarle, pero el Papa podría ser un poderoso vampiro"

Era una tempestad salvaje como no se recordaba desde hacía años. Parecía el mundo fuese a acabar esa noche. El fuerte sonido de las aspas del helicóptero despertó a los residentes del Palacio del Vaticano. El Cardenal Massarotti se aproximó confuso, linterna en mano, al grupo de mercenarios de élite del gobierno italiano que descendía del aparato, enfundados en chalecos de kevlar y con potentes M40.

No sintió miedo. Sus setenta y cinco años sobre la Tierra, la mayoría de ellos al servicio de la Iglesia, le habían enseñado muchas cosas, pero no estaba ni de lejos preparado para lo que iba a ver esa noche.
"Oigan, ¿qué hacen?", preguntó a los soldados "¿No saben que esto es la casa de Dios?"

"No es nuestra intención asustarle, padre", contestó uno de los mercenarios le contestó casi sin mirarle, mientras comprobaba la munición de su arma, "pero hemos recibido un aviso del ministerio indicando que el Papa Ratzinger podría ser en realidad un poderoso vampiro".

Los soldados ya se preparaban para abrir la puerta del tejado. El Cardenal se tambaleó un segundo, intentando asimilar lo que acababa de escuchar. El mercenario le cogió por el brazo para evitar que cayese al suelo. “Discúlpeme… debo haberle entendido mal… ¿ha dicho un vampiro? Los vampiros no exist…”

¡¡¡BOOOM!!!

La puerta del tejado estalló con violencia, lanzando por los aires a los mercenarios, que estaban manipulando el cerrojo. De entre el humo surgió una figura, que se elevó flotando hacia el cielo. Era el Papa Benedicto XVI, que les miraba con una amplia y cruel sonrisa en la cara.
Les miraba, si, con unos ojos sin pupila, de color blanco, que resplandecían con una luz fantasmal. Su viejo y decrépito cuerpo flotaba por el aire como un globo, y sintió el Cardenal Massaroti que una extraña fuerza sobrenatural saturaba todo el ambiente.

“¡Su Santidad! ¡Santo Cristo, no puede ser! ¡Usted es un hombre santo, un hombre de Dios…!” gritó Massarotti.
“Fue en el 82, Cardenaaaal…”, contestó con voz de ultratumba la preternatural criatura, flotando sobre su cabeza. “Usted estaba allí, igual que yo…”
“¿El 82? ¡Palestina! ¡Si, en el desierto! ¡La falsa tumba de Maria Magdalena…!”, recordó entonces el Cardenal, incapaz aún de comprender lo que estaba sucediendo.

“Aquél lugar estaba sellado por una buena razón... ¿Recuerda lo que le dije? No estaba acabada, había sido tapada con piedras improvisadamente… como si los constructores hubieran abandonado el trabajo de repente, intentando desesperadamente que no saliese lo que había en el interior”, la voz de Benedicto era casi hipnótica, y el Cardenal no se atrevió a interrumpirle. Instintivamente trató de agarrar con fuerza su collar con la cruz, pero se lo había dejado sobre la mesita de noche. El ser ante él, que cada vez parecía menos humano, prosiguió con su relato. “Había una Cosa allí dentro... un Dios más fuerte. Él es ahora mi pastor, Baäl, el Dios de la Sangre”.
Los mercenarios abrieron fuego, pero las balas no hicieron daño al monstruo. Un destello luminoso cegó al Cardenal Massarotti. Se escuchó una explosión, y una poderosa embestida lo derribó al suelo, sin sentido.
Cuando recobró la visión, la Cosa que antes había sido Benedicto XVI ya no estaba. La lluvia había amainado, y el tejado del Vaticano, destrozado por la explosión, se encontraba plegado con los cadáveres de los mercenarios. Sólo el líder de los soldados se encontraba en pie, aunque malherido.

Massarotti le interrogó, agitándole. “¿Qué ha pasado? ¡¡En el nombre de Cristo, contésteme!! ¿¡qué es lo que ha pasado aquí!?”
“¿Que qué ha pasado…? ¡Que los de Inteligencia la han cagado!” respondió el mercenario, fuera de sí, “¡Mierda, nos dijeron que era de la Sexta generación, pero eso ha sido por lo menos un Tercera! Y ahora ha escapado, y todos están muertos…”



El Cardenal Massarotti no volvería a dormir bien en todos los años que le quedaban de vida. En sueños, recordaría una y otra vez las últimas palabras que la criatura había pronunciado, casi como un susurro, antes de desvanecerse...
“¿No lo entiendes, amigo mío? Él nos ama. Ama lo que nosotros somos, pues contenemos la sangre que lo ha de alimentar. Cuando el tiempo sea el correcto, caminará de nuevo, y la Humanidad entera será su banquete.”

miércoles, 24 de febrero de 2010

Manual de instrucciones del cuerpo humano, Universal Diostech S.L.

Distinguido cliente: Muchas gracias por la confianza que ha depositado en nosotros con la compra de su Cuerpo Humano™ Homo Sapiens-sapiens edition. Este cuerpo le permitirá vivir y desplazarse por la tierra de los vivos, disponiendo de una vida normal.

El manejo del Cuerpo Humano™ Homo Sapiens-sapiens edition puede llegar a ser complicado, por lo que recomendamos vehementemente leer este manual. Asimismo, el cuerpo viene equipado con un programa de tutorial para que ud. pueda irse familiarizando con nuestro producto durante los primeros años.

Para garantizar su seguridad y confort, muchos de los sistemas de soporte vital de su Cuerpo Humano™ Homo Sapiens-sapiens edition han sido automatizados: se trata de procesos complejos de control estomacal, ritmo cardíaco, segregación de hormonas, etc. Dichos procesos son regulados desde la Unidad de Control del Sistema Nervioso Vegetativo.
Advertencia: Dicha unidad viene sellada herméticamente en el interior del cráneo y la rotura de este sello invalidará automáticamente la garantía del cuerpo. Universal Diostech SL no se hace responsable de los daños ocasionados por la manipulación de la unidad por parte de terceros.

Otras funciones vitales, como respirar o parpadear, también vienen automatizadas por defecto, pero pueden ser controladas conscientemente mediante ligera concentración, aunque esto se desaconseja (ver Guía adicional de recomendaciones para el usuario, página 246), ya que algunos usuarios han reportado problemas al intentar controlar manualmente estos dos procesos. Universal Diostech SL no se hace responsable de los daños causados por el mal uso de estas dos funciones.
Para regresar de nuevo al modo automático, efectúe un Reinicio de Procesos Mentales: simplemente relájese y deje la mente en blanco durante unos segundos (Advertencia: el Reinicio de Procesos Mentales puede causar la pérdida de datos que no hubiesen sido guardados previamente).

Importante: El Cuerpo Humano™ Homo Sapiens-sapiens edition requiere de un constante mantenimiento (más información en la página 50 de este manual). El contrato de compra y garantía especifica claramente que el mantenimiento del cuerpo es entera responsabilidad del usuario.
Advertencia: No respirar puede ocasionar errores en el proceso de visión, dificultar seriamente su capacidad de control del cuerpo y, en caso de obstinada reiteración, un Fallo General del Sistema (ver sección Muerte en este mismo manual, página 151).

Esté atento a los distintos indicadores que se irán iluminando en su conciencia. Si siente sed, se siente fatigado y sufre dolor abdominal, quizá necesite ingerir alimento sólido y líquido. Interpretar estas señales puede requerir cierto grado de destreza. Ver la página 50 del manual para más información.

Si tuviese problemas durante el uso, por favor háganos llegar sus dudas y reclamaciones a través de nuestro servicio de asistencia. En el capítulo Soporte Técnico puede consultar cómo puede rezarse de la manera correcta para que nuestros empleados le atiendan. Deseamos que el uso de su Cuerpo Humano™ Homo Sapiens-sapiens edition le sea agradable y le facilite ampliamente el trabajo.
Universal Diostech SL, Europe

lunes, 22 de febrero de 2010

Bertin Osborne, Marine Espacial

En aquellos tiempos, una vez al año, los habitantes del planeta se reunían para celebrar el llamado Grand Prix del Verano. La competición en unas brutales pruebas, a las que sólo sobrevivirían los fuertes y los astutos. Los vencedores vivirían un día más, y su pueblo sería recompensado con riquezas y gloria, y los perdedores serían ejecutados sin piedad.

Los hasta entonces pacíficos pueblos y aldeas, cuyos habitantes raramente habían tenido contacto con lo que los hombres llamaban “civilización”, eran seleccionados a participar en el concurso, y sus poblaciones enteras eran llevadas hasta el circo, a luchar hasta la muerte, y así proporcionar su cruel entretenimiento a los nobles y los patricios, los señores de la tierra.
Los pueblerinos, que en ocasiones habían pasado semanas encerrados en los enormes vagones de transporte, que no tenían ventanas e impedían seguir la cuenta de los días y las noches, eran liberados en el centro del enorme Coliseo de la capital.
Estaban asustados, desnutridos y tenían frío. Desde las altas gradas de piedra eran contemplados por un millar de ojos expectantes: la todopoderosa Duquesa de Alba, el apuesto Cristiano Ronaldo, la Pantoja, David Bisbal y Boris Izaguirre; todos estaban ahí, con sus miradas ávidas de sangre.
El sonido de unas trompetas dio paso a una figura, que se alzaba imponente en un palco que había en uno de los laterales del coliseo. Todos los pueblerinos le reconocieron, pues se trataba de Juan Carlos II, el inmortal monarca del planeta, y le suplicaron piedad y perdón. Los guardias los abatieron con fuertes descargas eléctricas hasta que se produjo el silencio de nuevo.

Súbditos míos, honrad el Grand Prix”, dijo el rey, y mediante los potentes altavoces su voz retumbó en el Coliseo con poderosa fuerza, “Nosotros, los poderosos, agradecemos vuestro sacrificio, que nos ha de dar diversión para liberar la pesada carga del aburrimiento, de nuestra vida eterna”.
Y con estas palabras, se abrieron unas enormes compuertas, de las que salieron a la carga las “Vaquillas”, unas bestias mutantes de doscientos kilos con enormes cuernos, que masacraron a los pobres infelices, que intentaban escapar desesperados por el interior del laberinto de madera que cruzaba el coliseo.

Bertín Osborne también huía a toda velocidad, perseguido por esos toros enloquecidos, de cuyas bocas rezumaba una asquerosa espuma blanca. Los cadáveres proporcionaban un festín a las criaturas, y la jauría de gritos que provenía de las gradas del estadio era ensordecedora.

Cualquier otro habría enloquecido, pero Bertín no era un hombre normal, sino un Marine Espacial. Él, que había luchado en el frente de batallas espaciales contra los extraños habitantes de Ceres, que tenían cabezas de reptil con un solo ojo y adoraban a extraños dioses mucho antes de la aparición del Hombre; Bertín Osborne, que había visto los ríos de sangre del planeta-prisión de Nyarlathotep, la Bestia de un millón de tentáculos, que se encuentra en el centro de la galaxia, nunca sería intimidado por hombres, por muy bárbaras que fuesen sus costumbres.

Atrapado en un callejón sin salida, desenfundó su potentísima pistola y disparó, y disparó, y disparó, hasta que todos los cornudos monstruos cayeron despedazados al suelo. El bufón real, un hombre antes conocido como Santiago Segura, comenzó a gritar y a reír, pero el maestro de ceremonias lo apartó de una patada. Su nombre era Ramón García, y había sido el Sacerdote Supremo del Grand Prix desde tiempos inmemoriales.

Habla, extranjero, ¿Cuál es tu nombre?”, le preguntó con inquisitiva arrogancia.
Soy el Teniente Bertín Osborne, capitán de la USS Scavenger, decimoséptima legión de los Marines Espaciales”, respondió Bertín, “Fui capturado por vuestros hombres mientras exploraba este mundo en son de paz. Exijo la liberación inmediata.”.

Reconozco tu arma, Capitán Osborne, una pistola Magnus-70. Debes ser un gran comandante si dispones de un arma que ha de entregar el Emperador en persona”, habló el rey, que hasta entonces había permanecido en silencio, “¿Te sorprende que sepa tanto? No debería, pues en su día este mundo también perteneció al Imperio. Aquí, en España, languidecemos eternamente los elegidos; y por eso valoramos la pelea por encima de todo, que nos entretiene y nos recuerda cómo era la vida cuando éramos mortales. Quieres ser libre, entonces enfréntate al más poderoso de mis Guardas Reales”.

El inmenso guardaespaldas, lanza en mano y enfundado en una armadura de oro macizo, se presentó con una gran sonrisa de seguridad en sí mismo. “Mi nombre eh Jezulín d’Ubrique", dijo, "Implora perdón a loh dioze infernaleh, pueh ezta noche zuh lenguah de fuego t’han de lamer”.

viernes, 19 de febrero de 2010

Destruyéndolo todo desde dentro

Dios creó el mundo en 7 días.

-¿Y el Sol?

¿Qué pasa con el sol?

-¿Cuándo lo creó?

El cuarto día.

-¿Y si no había Sol como podía haber días?

miércoles, 17 de febrero de 2010

JUAN CARLOS I: SUPERVILLANO POR LA GRACIA DE DIOS

La historia de Juan Carlos I de España comenzienza en 1938, fecha en la que nació en Roma, Italia, en el seno de una modesta familia de inmigrantes españoles.
Su familia había tenido que huir de España, tras haber sido invadida ésta por los comunistas, y ya de pequeño su padre, un diplomático caído en desgracia que se ganaba la vida como agitador político y charlatán, viajando por toda Europa, le inculcó el odio a los izquierdistas y los sueños de dominación mundial que le serían tan característicos durante su vida adulta.
Una vez concluida su infancia, decidió entrar en la carrera militar, en concreto en la marina británica, donde comenzaría a labrarse un nombre, aunque por aquél entonces el futuro Juan Carlos I de España era conocido únicamente por el mote de “Juancar”.
Ante la asombrada vista de sus superiores, “Juancar” resultó ser un soldado despiadado y sin escrúpulos, aunque muy efectivo; a los pocos años fue relegado del servicio activo a causa de sus brutales métodos.

Ávido de mayor fortuna económica, Juan Carlos I de España comenzó a ofrecer sus servicios a diversos grupos mercenarios, a ambos lados de la ley, implicándose en al menos 27 operaciones de secuestro, asesinato, violación y robo. La guerra le había cambiado. Con los británicos y sus campañas en la Índia, había visitado a chamanes de las montañas que le revelaron una nueva verdad, que ardía con fuerza en su oscuro corazón.
Mientras tanto, en España, tras haberse producido un golpe de estado fascista, el dictador Francisco Franco se enfrentaba al problema de su sucesión, acudiendo en busca de consejo a su mayor consejero científico, Manuel Fraga.

“El dios-pulpo de R’lyeh me ha hablado”, le explicó Manuel Fraga al caudillo Francisco Franco en una reunión que ambos tuvieron en 1948, tras haber realizado una meditación ascética y ayuno de varias semanas, “Sabed, oh mi señor oscuro, que el hombre no es el primero de los seres que dominan esta tierra, y que mucho antes, blasfemas criaturas descendieron de los negros vacíos cósmicos y urdieron planes, y que siguiendo esos planes más antiguos que el propio hombre, se marcó una semilla, una línea genética que ha producido los mayores cabrones de la Historia de la humanidad. La familia Borbón.”

“¿T-te refieres a la antigua y olvidada familia real?”, pregunta Franco, atemorizado, apretando fuerte contra su pecho un crucifijo de oro; el crucifijo de un dios cuyos poderes poco podían hacer contra las fuerzas de las que allí se hacía mención, “¡no, no puede ser, están muertos! ¡muertos! ¡yo los ví! ¡Los comunistas los mataron a todos!”

“No a todos, mi señor, pues sabed que el señor de la ciudad sumergida me ha enviado también visiones del heredero perdido de la familia Borbón… ¡ese será vuestro sucesor! ¡Así lo ordena Yog-Sothoth, y pobre del mortal que ose desafiarlo!”, gritó Manuel Fraga, antes de caer al suelo en el éxtasis del trance, "¡Iä! Iä! ¡Cthulhu fhtagn! ¡Que no está muerto lo que puede yacer eternamente, y con los evos extraños también la muerte debe morir!”.

El dictador Franco buscó durante meses a Juan Carlos de Borbón, hasta encontrarlo en España, detenido por haber asesinado a sangre fría a su propio hermano (y no es broma); dicen que la primera reunión de ambos hombres tuvo lugar en la celda más mugrienta de la peor cárcel de por aquél entonces. Juan Carlos I tenía apenas 18 años, pero quien hubiese asistido hubiese dicho que era él, y no el dictador del país, quien tenía el poder.
"Sé por qué has venido", cuentan que le dijo Juan Carlos I de España a Franco, con una voz sobrenatural, ultraterrena, como nunca antes se había escuchado en nuestra Tierra, que recordaba a aquellas voces que se oían durante el solsticio de invierno, en las casas de los más abyectos hechiceros de la misteriosa Atlantis, cuando bebían la sangre de los moribundos y se comunicaban con los demonios que viven fuera del tiempo, en las prohibidas dimensiones-mazmorra, y que observan envidiosos a los vivos, siempre anhelantes, siempre en busca de un resquicio por el que acceder a nuestro mundo, "has venido porque temes a mi padre, a mi verdadero Padre, pues como yo soy su Hijo, me ha hablado desde el otro lado. Ahora me liberarás y te arrodillarás ante mí, porque en mí hay mucho de Él y mi bendición es Su bendición".
Franco supo en aquél momento que acababa de conocer a la criatura más diabólica del siglo XX.
Hoy hemos aprendido que:
  1. Juan Carlos I de España es hijo de los Otros Dioses o Dioses Exteriores, los Dioses que provienen de fuera de la Tierra y del Espacio, que no son inteligentes y que bailan al son de unos flautistas demoníacos en la corte celestial de Azazoth, el caos idiota primordial, en el centro del universo. Dichas divinidades ahora yacen (se desconoce si por voluntad propia y falta de ambición o en contra de su voluntad) encerrados fuera de nuestra dimensión, pero se sabe que cuando las estrellas estén "correctamente posicionadas", podrán regresar a nuestro mundo. Algunos hechiceros locos pretenden adelantar la venida de los Dioses Exteriores vinculando su descendencia al dios exterior Yog-Sothoth, deidad del tiempo y el espacio.
  2. Hitler, Mussolini, Franco y todos los movimientos fascistas, y la Segunda Guerra Mundial al completo no fueron más que maniobras distractorias para evitar la atención en lo que verdaderamente importaba: la ascensión del hijo de Yog-Sothoth al trono de España, para asegurar la línea genética del Anticristo y propiciar la venida de los dioses y el alzamiento de R'lyeh. Se asume al menos la existencia de un grupo organizado de cultistas encargados de llevar a cabo el plan; las implicaciones de estos cultistas, sus recursos y hasta donde llegan sus capacidades y miembros son desconocidas.

lunes, 15 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 12: LOS REGRESOS

Tal y como se narra en el poema de los Nostoi (los regresos, claro, porque no están). A saber quien lo escribió. Muchos creen que surgió de tirar al aire un montón de piezas del Scrabble y ¡boom! salió el poema.

En anteriores episodios…
Los griegos logran entrar en Troya y arrasan con todo. Durante el saqueo cometen muchos crímenes, e inventan varios nuevos. Los dioses no están contentos, pero ¿qué coño esperaban? ¿Qué entrasen los griegos vestidos con abrigos rojos y barbas blancas y se pusieran a dar regalos? Y ahora...

EL DESTINO DE LOS HÉROES
Los vencedores griegos se dividen en dos bandos: algunos, como Menelao, quieren largarse cuanto antes a casa, mientras que otros (precisamente los más granujas de todos), como Agamenón y Neoptolemo, deciden quedarse un tiempo más por allí, para hacer sacrificios y ver si así pueden apaciguar a los dioses.

Diomedes es el primero en marcharse, y llega sano y salvo a su ciudad, Argos. Los dioses no le castigaron porque había sido un soldado noble y, para qué engañarnos, porque nadie le vacila a Diomedes. Él es quien vacila a la gente, no al revés.
Algunas leyendas dicen que al llegar su mujer y un estúpido insensato con dos enormes cojones (no se puede calificar de otra manera a alguien que osa enfrentarse a un tío así) trataron de matarle, pero él sobrevivió y se fue a Italia, donde se dedicó a fundar ciudades hasta que se le agotó la batería, porque, como hemos defendido aquí siempre, era un cyborg enviado desde el futuro. De su estirpe nacería después Chuck Norris.

Menelao y Helena también se marchan, pero una tormenta hunde su flota y se ha de refugiar en Egipto, donde durante unos 8 años combate contra las Momias, que quieren apoderarse del mundo, y finalmente regresa a la sagrada Esparta como rey.
No tiene tanta suerte Ajax el Menor, que por haber roto aquella estatua su barco se hunde y él perece en el mar.

Viendo Neoptolemo, el hijo de Aquiles, que los barcos no tienen ni siquiera sistema GPS y están hechos de cáscara de cacahuete, decide ir por tierra, tardando un cholón de años. Llega a Ftía, ciudad de nombre impronunciable donde gobierna su abuelo Peleo (un exfutbolista forrado de pasta que había comprado todo el lugar), y hereda el reino.
Años más tarde fue asesinado por el exnovio de su mujer, en un lío de faldas que dio mucho que hablar en su época. Por imbécil. De la estirpe de Neoptolemo nacería Alejandro Magno.

A LOS DIOSES REZANDO Y CON EL MAZO DANDO: LA TRÁGICA HISTORIA DE AGAMENÓN
Pero quizá algunos os estéis preguntando qué pasó con el jefe de jefes, el general Agamenón. ¿No? ¿Nadie? ¿En serio? Vaya…
¿Y si os digo que en su funesto desenlace hay gran cantidad de sexo y sangre? ¿Tampoco? ¿Seguro? ¡…Joder, sois unos maricones!

A Agamenón se le apareció el fantasma de Aquiles para decirle que los dioses están muy mosqueados, y que si regresa a Micenas le va a matar su mujer. Agamenón se lo toma a broma y se marcha, con Casandra como concubina.
Al llegar, ambos son asesinados por Clitemnestra, su mujer, con ayuda del amante de ésta. (Si, parece que durante la ausencia de nuestros héroes sus mujeres les habían puesto tales cuernos al volver a Grecia parecían un ejército de vikingos).

Su hijo Orestes después mataría a Clitemnestra y al amante para vengar a su padre, porque si algo nos ha enseñado El Rey León es que no se puede confiar en la ley: un hombre de verdad debe tomar todas las armas que sea capaz de acumular y hacer las cosas por sí mismo.

Y a todo esto, ¿qué pasó con Ulises? Pues pasó que ese tío tiene menos sentido de la orientación que Ryoga. Sus cagadas en el manejo de un simple mapa fueron tales que se le hubo de hacer un poema sólo para él...

viernes, 12 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 11: Iliupersis (El saqueo de Ilión)

Tal y como se narra en el poema Iliupersis, atribuido por fuentes antiguas Arctino de Mileto (aunque quizá todo lo escribió otro autor, Idioto de Esparta).


En anteriores episodios…
Los griegos construyen un enorme caballo de madera y con él logran infiltrarse en Troya para sembrar el caos y la destrucción. Ahora, volvemos unas cuantas horas atrás en el tiempo…


FLASHBACK
Los troyanos discuten sobre si deben meter el caballo dentro de la ciudad o no.La primera en oponerse es Casandra, princesa de Troya que podía ver el futuro pero era rollo Aramis Fuster y nadie la creía. Casandra indica con enorme precisión que dentro del caballo hay soldados griegos.

“Lo sé porque se ha roto uno de los tablones y por ahí cuelga la pierna de uno de los griegos, que se ha quedado ahí atrapado”, explica a la muchedumbre.
“Uhm… ¡Es el pene del caballo! ¡Largaos!”, les disuade una voz que proviene del interior del caballo y con un timbre de voz sospechosamente similar al de Ulises.
Pero la voz más importante en contra es la de Laoconte, cuyos argumentos son interrumpidos porque del mar salen a toda prisa dos gigantes serpientes y le asesinan a él y a su familia.
Sólo Eneas, gran héroe troyano e hijo de Afrodita, tiene una idea bastante precisa de lo que amenaza a Troya. Por ese motivo reúne a sus tropas y sale fuera de la ciudad. Dos días más tarde regresaría, dispuesto a anunciar que “tranquilos, compatriotas troyanos, que no hay rastros de Godzilla”, sólo para encontrarse a Troya hecha migas y decidir que lo mejor era marcharse para siempre.
Sus aventuras y cómo llegó a ser el padre fundador de la nación romana deberán ser contadas en otra ocasión.

EL SAQUEO DE ILIÓN
Volvemos al presente, donde Agamenón y los suyos se dedican al pillaje y al saqueo: lo que pueden robar lo roban, lo que no se puede robar lo matan, y lo que no pueden matar lo incendian.
Pero los héroes mayores tienen una misión muy clara: acabar con la familia real troyana, para que ninguno pueda escapar y buscar venganza. Así sucede que Neoptolemo mata al rey Príamo y toma como esclava a la viuda de Héctor.El que más se pasa en el saqueo es Ajax el Menor, que persigue a Casandra hasta el templo de Atenea y allí la viola brutalmente, rompiendo un par de estatuas. Por este motivo, por el de romper una estatua, Atenea lo hará morir en el mar. Violar, según los dioses, se puede todo lo que uno quiera.

Al enterarse Ulises del crimen de Ajax el Menor, corriendo lanza desde lo alto de las murallas a Astianacte, el hijo de Héctor, y reta a los demás “a que superen eso, maricones, que eso es lo que sois, que aquí no hay nadie más criminal y macarra que yo”.

Por su parte, Menelao va en busca de Helena, custodiada por Deífobo.
“No puedes matarme, espartano”, le dice el príncipe troyano, “Hitler me envió a esta época para acabar contigo”.
El espartano lucha ferozmente contra Deífobo y, tras hacerle creer que detrás de él está Zeus bailando samba, aprovecha la distracción para asestarle una brutal estocada en el coxis que acaba con su vida. Por fin la humanidad está a salvo.
Menelao se acerca a Helena y levanta la espada, no se sabe si va a matarla o qué. Finalmente, la perdona y le concede llevársela de vuelta a Esparta, con la condición de que se dedique a ser una persona normal y a cuidar de su hija pequeña en vez de causar guerras que maten miles y miles de jóvenes griegos y acaben con la destrucción de antiguas civilizaciones.

Y por fin llega, después de diez años, el momento de montar en los barcos e irse a casa pero, por los muchos crímenes cometidos, los héroes griegos serían castigados a no poder regresar fácilmente a su hogar, y vientos huracanados los llevaron a muy distintas partes de este nuestro mundo...
Los poetas recogieron sus numerosas hazañas, para nuestro deleite.

miércoles, 10 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 10: La Pequeña Iliada (Parte 2 - Final)

Tal y como se narra en el poema de la Pequeña Iliada, de autor desconocido, pero que según creo yo lo más probable es que fuese escrito en el futuro y enviado atrás en el tiempo. Por extraterrestres.

En anteriores episodios…
Ulises y Diomedes se habían infiltrado en Troya a lo Metal Gear y habían robado el Paladio, la estatua mágica que protegía la ciudad, mientras el hijo de Aquiles mataba al último gran caudillo troyano, Euripilo. Para realizar el último asalto a Troya, a un soldado llamado Epeón se le ocurre una idea. Y ahora…

EL CABALLO DE TROYA
Epeón trata de convencer a los caudillos griegos de que la solución es construir un robot-caballo de veinte metros de altura con rayos láser en los ojos y ametralladoras gatling. Lo cierto es que los generales griegos (que habían aprendido durante las guerras tebanas que no todo puede solucionarse con robots) no le hacen caso hasta que Ulises dice que es una idea buenísima.
Nadie quiere ser más tonto que Ulises, por lo que todos aceptan el plan.

Así pues, construyen un caballo gigante, dentro meten un comando con los guerreros más poderosos (entre ellos Ulises, Diomedes, Menelao, Filoctetes, Neptólemo, Ajax el Menor, Chuck Norris y también Vegeta, príncipe de los Saiyan), y el resto de griegos cogen sus cosas y se van en sus barcos, dejando el caballo ahi tirado, como si fuera un monumento.

El cerebro de los troyanos, poco acostumbrado a las acciones que desafían toda lógica y racionalidad, les hace creer que los griegos por fin han sido derrotados, y deciden meter en la ciudad armatoste de madera.
-¡Esperad! ¡No lo hagáis! – les advierte el sacerdote Laoconte, representando un grupo de ciudadanos preocupados– Dejad antes que lo escanee con el Panda Antivir… ¡¡COJONES!!

Y dice “¡¡COJONES!!”, amigos míos, porque en ese mismo momento sale una serpiente marina gigante tricéfala del mar y de un bocado se lo traga a él y a sus dos hijos. Nadie se sorprende. Son cosas que pasan. Así que el caballo se queda en Troya, y si alguien tiene algún puto problema ahí tiene el dragón marino de tres cabezas devorador de hombres para discutirlo.

CONGRATULATIONS, YOU CONQUERED: TROY
Cuando cae la noche, una compuerta se abre del trasero del caballo y comienzan a salir griegos. Diez mil griegos en total se calcula que salen del caballo, todos con su armadura y su respectivo carro de combate al completo.
El jefe de la guardia troyana, el comandante Norton, intenta dar la voz de alarma: “¡El Caballo está cagando griegos! ¡Está cagando griegos!”, grita, pero es asesinado por Ulises y sus compinches.
Los troyanos están muy sorprendidos y son incapaces de organizar una defensa como Dios manda, para empezar se preguntan que ostias ha comido el caballo para tener diarrea de soldados griegos sedientos de sangre.
El destacamento griego logra abrir las puertas de Troya y abrir el paso al resto del ejército, con Agamenón en cabeza cabalgando encima de una cabra, y así comienza la resistencia final de Troya…

Una historia que tendremos que acudir al siguiente poema para descubrir.

lunes, 8 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 9: La Pequeña Iliada (Parte 1)

Tal y como se narra en el poema de la Pequeña Iliada. Pudo ser compuesto por cualquiera, es más, quizá lo escribiste TÚ. No, ahora en serio. Si alguien que lea esto lo escribió, que lo reconozca. No le va a pasar nada, de verdad, pero nos iría bien saberlo.

En anteriores episodios...
Aquiles había muerto a causa de una herida mortal en el tobillo (En aquella época eso era peor que el cáncer). Su cuerpo es recuperado por Ájax el Grande y Ulises. Y ahora...

EL DUELO POR LAS ARMAS DE AQUILES
Al llegar al campamento de los griegos, Ulises y Ajax compiten para averiguar quién tiene el derecho de saquear el cadáver (mira qué majos, los griegos) en los más diversos juegos (carrera, tiro con arco, Advanced Dungeons & Dragons 4ta edición revisada…) y al final es Ulises quien se queda con todo.

Esa noche, Ájax se vuelve loco de rabia y mata a unas ovejas del campamento. Ahora los griegos tendrán que comer piedras. Gracias, Ájax. Temiendo el enfado que Agamenón descargará sobre él, el griego recurre a su inteligencia. “¡Ya lo tengo!”, piensa Ajax, “ahora me suicido y los griegos creerán que es que me atacó un monstruo, que me mató a mí y también a las ovejas. ¡Soy un genio!”.
Y así lo hace, dando ocurrencia quizá a la muerte más imbécil de toda la historia de Grecia.

LA MUERTE DE PARIS
Mientras lo limpian todo, al profeta Calcante se le ocurre que la única manera de matar a Paris es usando el arco de Hércules, en posesión de Filoctetes, uno que Ulises abandonó en la isla de Lemnos antes de ir a Troya, y del que yo no dije nada creyendo que no tendría importancia en la historia. Pero es un tío majo, que se ofrece a ayudar de inmediato en cuanto se lo piden.

“¡Te mataré, Paris, jodido camper!”, le grita Filoctetes al príncipe troyano cuando se encuentran cara a cara en el campo de batalla. “Vas esperando que la gente se distraiga en el combate y la matas, ¡ahora vas a morir tú, lammer de mierda!”
“HAHA!!1! DIE U FAGGOT SCUM I RULZ U SUX”, le responde Paris, disparando su arco.Filoctetes se agacha, esquiva la flecha y lanza él una con el arco de Hércules, que se clava en pecho del troyano.
“ROFL!! PWND! LOLOLOLOLOLOLOL”, dice Paris a los soldados troyanos que tratan de auxiliarle, antes de morir.

Cuando llega la noticia a Troya, Heleno y Deífobo se pelean por ver quién se casará con Helena. El elegido es Deífobo, que al menos tiene UN PUTO NOMBRE DISTINTO. A Heleno lo chutan de Troya y es capturado por Ulises. Tras retorcerle las orejas, Heleno les explica todo sobre la barrera mágica de Troya.

Dicha barrera la produce el Paladio, una estatua antiquísima de posible origen extraterrestre (bueno, eso propiamente no lo dice, pero yo adorno la historia para que sea más interesante), que ha estado oculta en Troya desde los tiempos de su fundación.
Y además deben temer los griegos a un enemigo recién llegado: Eurípilo, caballero de Misis, un poderosísimo guerrero que va a causar estragos en el campo de batalla. El único que podrá derrotarlo es Neoptolemo, el hijo perdido de Aquiles, que nadie sabe donde se encuentra.

Mola, ¿eh? Parece que los griegos se van a embarcar en una épica aventura para descubrir los orígenes del Paladio y destruirlo, y encontrar a Neoptolemo, ¿eh?

PUES ULISES Y DIOMEDES SE INFILTRAN EN TROYA Y DESCONECTAN LA ESTATUA MÁGICA, VIAJAN HASTA ESCIRO, TRAEN A NEOPTOLEMO, LE DAN LAS ARMAS DE AQUILES Y ÉSTE MATA A EURÍPILO, TODO EN UNA TARDE.

¡Jodéos!

Habiendo desactivado las defensas sobrenaturales de la ciudad, sigue haciendo falta un plan para el asalto definitivo. En ese momento, el soldado Epeo sale corriendo de una letrina y se aproxima a toda velocidad a los generales griegos, agitando un crucigrama en su mano y gritando a viva voz: “¿¿Qué animal tiene cuatro patas, es de madera, mide veinte metros de altura y nos va a conseguir la entrada a Troya?? ¡¡SIETE LETRAS!!”

La respuesta, mañana.

jueves, 4 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 8: La Etiopida (Parte 2, FINAL)

Tal y como se narra en el poema de la Etiópida, compuesta, parece ser, por Arctino de Mileto.

Aquiles ha vencido a la guerrera enviado por Troya, la amazona Pentesilea, pero habiéndose enamorado de ella al quitarle el casco, cegado de rabia mata también a Tersites, que pasaba por allí. Se hace la noche, pero en Troya no duermen, preparando su próximo ataque...

LA LLEGADA DE UN NUEVO ENEMIGO
Para despertar de nuevo el ánimo combativo del invencible mirmidón, a Ulises se le ocurre invitarlo unos días a pegarse un fiestón a la isla de Lesbos, dando lugar así al primer caso de turismo sexual conocido de la Historia Antigua.

Mientras tanto, en Troya, el rey Príamo se reúne con sus consejeros científicos y les pregunta que cómo avanzan los diseños del nuevo supersoldado.
“Herr Prríamo”, le contesta el Barón Von Krauss, el mayor científico nazi del Tercer Reich, enviado atrás en el tiempo por Hitler para cambiar el curso de la historia, “me alegrro de comunicarrle que el prrototipo se encuentrra operrativo al sien por sien”.

“¡Increíble!, muéstremelo de inmediato, Barón Von Krauss”
“Como ussted rrecordarrá, Memnón, el rrey de Etiopía, era un enclenque que no tenía ni media osstia”
“Si, lo recuerdo; uno de los pasatiempos favoritos de mi hijo Héctor era inflarle a collejas y robarle el dinero del almuerzo”.


El Barón pulsa un botón, y aparece una cámara criogénica. En su interior está Memnón, hijo de la diosa Eos, pero ahora es un negro de dos metros de altura con más músculos que Conan cuando era portero de discoteca, fruto de los últimos prodigios en nutrición, y fisioculturismo de la ciencia nazi, equipado con una armadura de tecnología punta fabricada por Hefesto.

MEMNÓN EL DESTRUCTOR; LA MUERTE DE AQUILES
Al día siguiente Memnón, encabezando un contingente de etíopes, atacan a los griegos con gran fiereza. Los griegos huyen despavoridos ante el gigante, y sólo el valiente Antíloco, al grito de “¡apartaos, que voy muy loco!” osa enfrentarse a él.
Memnón lo coge por la cabeza y se la arranca, con la columna vertebral colgando.

Cuando las noticias del asesinato de Antíloco llegan a Aquiles, éste abandona Lesbos de inmediato (para el disgusto de las habitantes, que en su ausencia se verán obligadas a inventar nuevos métodos de entretenimiento). Sus ganas de pelea han sido restauradas. Llega a Troya en un santiamén.

“¡Mamóóóóón!”, grita Aquiles, buscando a su enemigo en medio de la batalla, “¡Mamóóón! ¡Enfréntate a mí si te atreves!”.
El gigante etíope hace temblar el suelo con sus pasos. A su lado, Aquiles parece un niño
“Aquí estoy, Aquiles, pero mi nombre es Memnón, no Mamón; lo estás pronunciando mal”.
“Ya lo sé.... Sólo estaba insultándote... ¡luchemos!”.

El cuerpo de Aquiles se difumina durante la fracción de segundo que tarda Memnón en levantar su enorme maza de metal. Ni siquiera Ulises es capaz de seguir con la mirada todo lo que sucede.
Aquiles parece esquivar el mazazo, pasando por debajo de las piernas de Memnón.

“¡Has tenido suerte, mirmidón! Pero en el próximo ataque se decidirá todo…”
“No. Esto ya ha acabado… chew, chew, chew…”
“¿Qué dices? … ¿Y qué es eso que masticas?”
“TUS cojones”.


Memnón cae muerto al suelo. Los troyanos se cagan de miedo y huyen hacia la ciudad. Aquiles corre tras ellos, dispuesto a acabar con la guerra de una vez por todas, pero era todo una trampa.
Le tienden una emboscada justo delante de las puertas, donde Paris le dispara una flecha que le da a Aquiles en el talón.
“Ay… ay que me muero… pero no lo entiendo… si el talón no es un órgano vital ni nada…” dice Aquiles, antes de caer al suelo, completamente muerto.
Ajax el Grande, con la ayuda de Ulises, recupera su cadáver y lo lleva hasta el campamento griego.

Así termina la Etiópida.


Lloran los griegos la caída de Aquiles, el más grande de los héroes, cuya vida se han cobrado los troyanos a cambio de la de Héctor. Las dos piezas más poderosas del tablero han sido eliminadas de la partida. Nada está decidido.
¡Azuzad, dioses, el fuego de la guerra, que aún queda mucha leña por quemar en Ilión!

miércoles, 3 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 7: La Etiopida (Parte 1)

Tal y como se narra en la Etiópida, compuesta (según indican algunas fuentes antiguas) por Arctino de Mileto.

En anteriores episodios... El resultado final de la guerra aún se haya muy turbio. Los griegos tienen al héroe más poderoso de su lado, pero Troya sigue aún en pie. Ambos bandos han perdido a muchos guerreros importantes; especialmente los troyanos, que han visto cómo su mayor comandante, Héctor, caía a manos del mirmidón Aquiles, que vengaba así la muerte de su amigo Patroclo.
El cuerpo de Héctor es devuelto a Troya para ser enterrado. Así, cae la noche y todos lloran y los dos bandos se retiran para honrar a sus muertos...

OPERACIÓN TRIUNFO
El ejército troyano ha sido descabezado, y el rey Príamo se da cuenta de que es necesario un líder poderoso para infundir nuevos ánimos a las tropas. Tras meditarlo mucho, se le ocurre una idea genial. Reúne a todos sus mensajeros.
-¡Que se corra la voz! – les dice. Se escucha un “¡Mmm, si! ¡Qué gusto!” de fondo, por los pasillos. Los guardias registran el palacio y no encuentran nada.

-Ehm… bueno, como iba diciendo: ¡Id a todas las ciudades! ¡A todos los pueblos! ¡A los campings, urbanizaciones y apartamentos del ancho mundo y decid esto: que aquél que logre derrotar a Aquiles, será proclamado comandante supremo de Troya!

Muchos acuden, pero la mayoría van siendo descartados, mediante unas galas semanales en las que los troyanos pueden elegir telefónicamente quien quieren que sea eliminado. Los aspirantes son entrenados duramente; sus habilidades, pulidas hasta la perfección. Las visitas de famosos son comunes, y la discusión sobre quién se liará con quién hace olvidar temporalmente a los troyanos las penurias de la guerra.

Al final, la elegida es la bella y letal Pentesilea, hija de Ares, comandando una legión de exóticas amazonas, las famosas mujeres-guerreras de Sarmacia. Tal y como declara en una revista de tendencias de la época que tengo aquí, su principal motivación en todo esto es “redimirse de la muerte de su hermana Hipólita, a la que mató por error en un accidente casero”. También hay una sesión fotográfica de ella medio desnuda en las páginas centrales.La poderosa amazona se lanza contra las tropas griegas y muchos son los que caen ante su lanza. Por fin se topa cara a cara con el invencible Aquiles, que la mata en un segundo.
El femenino grito moribundo de la amazona desconcierta al griego, que la despoja del casco y cae de rodillas. Labios carnosos, pechos perfectos, piernas de infarto y le gustaban los cómics… acaba de matar a la mujer de su vida. Llora amargamente.

AMANDO LA ZONA DE LA AMAZONA
Estando así en shock Aquiles, el griego Tersites se abalanza sobre el cuerpo de Pentesilea y la despoja de su coraza pectoral de bronce.
“¡Maldito necrófilo! ¿Pero qué haces tocándole las tetas a mi amor mientras yo lloro su muerte?”, pregunta Aquiles, sorprendido e indignado al mismo tiempo.

“¡Aún tiene pulso! ¡Rápido, que vengan los paramédicos, aún podemos salvarla…! ¡Desfibrilador! ¡Vamos, vamos! ¡Voy a practicarle el boca a boca!”, grita Tersites, inclinándose sobre ella y llevando el aire a sus moribundos pulmones.
“¿Te burlas del poderoso Aquiles? ¿¿Cómo osas besarla delante de mí?? ¡¡Muere, jodido enfermo!!”, grita Aquiles furioso, cortándole la cabeza a Tersites.
Se hace el silencio...
Los griegos se miran entre ellos, paralizados por el miedo.
“¡Dios mío! ¡Aquiles acaba de matar al hermano de Diomedes!”, dice Ulises a Menelao, “¿Cómo acabará todo esto?”.

Todos los ojos miran a Diomedes.
Soy un organismo cibernético formado por un endoesqueleto de metal cubierto de piel humana, enviado desde el futuro con la misión de proteger a John Connor. La venganza no cabe dentro de mi programación”, les responde este, “como tampoco el amor”.
-Ah… pues se lo ha tomado bastante bien – contesta Menelao.

Una vez más, Aquiles ha preservado la vida, pero no podrá respirar tranquilo, porque aún quedan muchos enemigos que amenazan la Tierra y a sus habitantes.
¿Podrá el invencible mirmidón con todos ellos? Lo veremos en el próximo capítulo…

martes, 2 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 6: La Ilíada (FINAL)

Tal y como se narra en el poema de la Ilíada, cantos XVII a XXIV. Autor (dicen): Homero.

La patada del Rey de Esparta es inesperada, y su potencia ensordece a todos durante varios segundos. Todo sucede a cámara lenta: Héctor sale volando cien metros, y la onda expansiva derriba a un centenar de troyanos y también a Euforbo, que se desnuca.
Los griegos aprovechan para llevar el cuerpo muerto de Patroclo hasta su campamento.

LA FURIA DE AQUILES
“¡Noooooooooooooooooooooooooooo!”, grita Aquiles cuando le notifican la muerte de su amigo. El héroe se reconcilia con Agamenón, que de inmediato le pide que se una a las tropas griegas en el ataque.

Aquiles dice a sus sirvientes que lo preparen todo para la batalla.
“Me temo que no será posible, mi señor Aquiles”, le dice su mayordomo.
“¿Qué? ¿¡Por qué!?”
“No tiene usted armadura. La suya se la llevó Patroclo y no nos la han devuelto”.
“¡Noooooooooooooooooooooooooooo!”,
grita Aquiles. Ahora ya no le cae tan bien ese Patroclo, maldito ladrón de armaduras.
Pero no hay problema porque Tetis, la madre de Aquiles, había decidido adelantar su regalo de cumpleaños, encargando a Hefesto que forjase una armadura nueva para el héroe.
“Hmmm”, dice Aquiles al dios-herrero, examinando la coraza que este le ofrece, “quítale esos dibujos grabados de enormes penes que has puesto y trato hecho”.

Con su armadura nueva, Aquiles se lanza a la batalla. Al igual que Hulk, su fuerza aumenta cuando más cabreado está, y cuando intenta conectar el jetpack que Hefesto le había instalado y en lugar de salir volando se quema el culo, su enfado le convierte en un guerrero invencible.

LA VENGANZA DE AQUILES
Viendo esa máquina de matar suelta, Hector y muchos de sus soldados corren a refugiarse tras los muros de Troya.
Aquiles se abre paso soltando tortazos estilo Obélix hasta la entrada de la ciudad. Héctor está fuera, aporreando las gigantescas puertas de madera.
“¡Abrid, hijosdeputaaa! ¡No tiene gracia! ¡Dejadme entraaar! ¡Dejadme entraaaaar!”, intenta ordenar a voces a sus conciudadanos del interior.

Aquiles el Invencible se aproxima a él. El troyano se gira desesperado, fingiendo algo de seguridad en sí mismo.
“Te esperaba, Aquiles. ¿Lo que acabas de ver? Eh… Estaba… infundiendo un discurso para animar a los troyanos en las siguientes batallas.”, Hector se rasca la cabeza y finge un bostezo, “bueno, se ha hecho muy tarde, será mejor que te vayas. Adiós.”

“¡Tú mataste a Patroclo! ¡He venido a vengarme!”, dice el griego caminando hacia su odiado enemigo, espada en mano.
“¿Matarlo? ¡No, no! Bueno, si… ¡pero fue en defensa propia, estaba loco, me atacó, dijo que le caías muy mal y que quería acabar con toda la Humanidad…!” balbucea Héctor mientras retrocede; señala a su hermano, que está en lo alto de la muralla, “¡De verdad! Todos lo vieron. Si no te lo crees pregúntale a Deífobo”.

Aquiles mira a Deífobo. Éste niega con la cabeza.
El griego apuñala a Héctor y lo mata. Luego ata el cadáver a su carro, dispuesto a llevárselo al campamento, y comienza a dar vueltas alrededor de la ciudad.

“¡Mirad ese osado Aquiles!”, chillan los afligidos troyanos “¡arrastra el cuerpo de nuestro comandante muerto para humillarlo, y da vueltas a la ciudad para que todos lo veamos! ¡Se burla de nosotros!”
Nada de eso: Aquiles está muy nervioso. No para de mirar por todos lados y no encuentra el jodido camino por el que había venido y que conduce hacia el campamento griego. Se tira horas así.

Al llegar, se celebra una gran fiesta por la muerte de Patroclo: supongo que, por alguna razón, no les caía muy bien. Está todo muy bien montado. Hay gran cantidad de canapés y un montón de actividades divertidas para niños y mayores: competiciones de carreras, de tiro con arco, de boxeo, de lanzamiento de peso, taller de maquillaje, payasos que hacen animales con globos…

Por la noche, Agamenón le pregunta a Aquiles que para qué diablos ha traído el cuerpo de Héctor. Aquiles, la verdad es que no lo sabe, simplemente le pareció una buena idea en el momento. Le devuelve el cuerpo a Príamo, el rey de Troya, donde será enterrado decentemente.

Y así, inesperadamente, termina la Ilíada, pero no la guerra de Troya, y de aquí no se va nadie hasta que no sepamos qué pasa al final. Así que sentáos de nuevo...

lunes, 1 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 5: La Ilíada (Parte 4)

Tal y como se narra en el poema de la Iliada, cantos XIV a XVII

Los griegos se baten en retirada, incapaces de resistir el avance imparable de los troyanos, y se refugian en los barcos que les trajeron, pero en el momento más desesperado, Hera deja inconsciente a Zeus, permitiendo que los dioses puedan intervenir en la batalla…

Poseidón, el dios de los mares, aprovecha para ayudar a los griegos. Montado sobre un gigante Blastoise dotado de alas, sobrevuela el campo de batalla, disparando con los enormes cañones de agua de su montura. Los troyanos empapados deben regresar a la ciudad a secarse de inmediato, si no quieren pillar un resfriado. Gracias a la ayuda del dios, los griegos expulsan a los troyanos fuera de su campamento, pero ese pequeño respiro dura muy poco.


ZEUS, DIOS DE LAS RESACAS
El señor del Olimpo, Zeus en persona, se despierta muy aturdido en un motel de carretera en Tejas. No tiene la menor idea de dónde han ido las prostitutas, de cómo ha llegado hasta allí o de por qué tiene una incisión en el costado y le han quitado un montón de órganos vitales.
Regresa al Olimpo y se asoma al planeta Tierra. Le duele un montón la cabeza y el ruido que Poseidón arma desde Troya no le deja dormir, así que le ordena de muy malas maneras que vuelva al mar y deje de armar escándalo.

Por fin, Zeus podrá dormir una siesta… pero entonces llaman a la puerta.
“¿¡Quééééééé!?”,
grita el todopoderoso Padre de los Dioses.
“Sabed, oh mi señor Zeus, que la guerra ha sido descompensada por la actuación de Poseidón”, le comunica Apolo, el dios más pelota de todos, “iban ganando los pobres troyanos, cuando…”.
“¡Bien! ¡Bien! ¡Lo que sea! ¡Ayuda a los jodidos troyanos y cállate de una vez! ¡Y ahora dejadme dormir de una vez”

Zeus apenas ha cerrado los ojos cuando Ares, sosteniendo una tabla de surf, se asoma a la habitación: “¡¡Papá, mis amigos me han invitado a luchar de parte de los grieg…!!”, Ares es interrumpido por la asesina y severísima mirada del Señor del Olimpo.
No hacen falta palabras.
El dios de la guerra enmudece y se dirige muy pesaroso a su habitación, a escuchar heavy metal y jugar al World of Warcraft el resto de la tarde. Sabe que esa mirada significa que su paga semanal acaba de ser reducida a la mitad.


APOLO METE LA PATA
Los griegos han tomado algo de ventaja, pero Héctor, liderando a los troyanos, prende fuego a un barco griego. Aquiles le pide a su mejor amigo Patroclo que, ya que no puede ir a luchar por orgullo, que vaya él a ayudar a los griegos. Le promete que dejará la partida del Left4Dead en PAUSE hasta su regreso.

“¿A qué ese cambio repentino de opinión, Aquiles?”, le pregunta Patroclo, “Agamenón te menospreció, ¡por mí que se pudran todos!”
“Bueno, broder, pero si queman todos los barcos no podremos volver a Cuba”, le responde el héroe.
“Hmmm, eso no lo había pensado” le dice Patroclo, acatando sus órdenes “enseguida voy”, y dicho esto encabeza a los griegos.

El dios Apolo, por el contrario, no domina mucho el arte del combate y eso no convence mucho a los troyanos que le siguen.
“Vamos, joder, ¡matad un poco al menos! Tenéis que… uh… visualizar la muerte del enemigo”, dice para animarles, clavando la espada en un guerrero, “¿veis? ¡Así!”.
“Oh poderoso dios Apolo… ese era uno de los nuestros”,
le dice Héctor, arqueando una ceja.
“N-no pasa nada… señor Apolo… sin rencor…”, dice el moribundo con sus últimas palabras.
“Uhm, vaya… Bueno, pero todos habéis visto cómo lo he hecho, ¿no? Era un ejemplo. Vamos, ¡ahora vosotros!”

Aunque parezca mentira, gracias a estos consejos, un soldado llamado Euforbo logra herir de gravedad a Patroclo. Héctor, escondido hasta entonces, corre a toda velocidad hacia el amigo de Aquiles, daga en mano, y lo remata en el suelo. Doce veces.
“¡Soy un héroe! ¡Soy un héroe!”, grita Héctor levantando los brazos, pisando el cadaver del griego “¡He derrotado a este poderoso enemigo con inmensa valentía! ¡Todos lo habéis visto!”.

El general troyano se gira entonces hacia una figura que se le acerca, mostrándole la daga, confiado, “¿Y tú qué miras? ¿Quieres morir también? ¿Te piensas que esto es una broma?”, dice.


“UNA BROMA NO… ¡¡¡¡ESTO – ES – ESPARTA!!!!”
Menelao is back, bitches.