Un documento gráfico hecho con letras por el señor Deacon Ticonderoca, miembro viril de las SS. De considerables dimensiones, si se me permite decirlo.
Como todos recordarán, antaño hubo un hombre (¿qué digo un hombre? ¡Un dios!) que provocó una serie de desacuerdos de carácter internacional. Y no, no es Batman.
Estamos hablando de Jesús Hill y Hitler. Creemos que su nombre real era ese. Ese. Y no otro.
A ojos del mundo, este endiablado personaje, que podía llegar a medir 1.45m en caso de estar muy enfadado, y cuyo rasgo más relevante era tener bigote, seríarecordado como uno de los mayores estadistas de la historia. En efecto, jamás pudo nadie derrotarlo en juegos tales como el 3 en ralla, el juego de la oca o, ya en los últimos tiempos de su carrera política, el hundir la flota.
Sólo el Simon Dice, (“El Diablo Que Te Ordena”, como se le conocía en su época), logró resistírsele hasta que, armado tan sólo con una lanza cualquiera, aunque bueno, era la lanza con la que atravesaron el costado de Jesucristo, Hitler pudo por fin librar al mundo de tamaña amenaza. Gracias a ello obtuvo la bendición de Papá Oso, el segundo Hijo de Nuestro Señor, que le entregó un anillo mágico con el que podía invocarle, en caso de necesidad. Nunca lo usó.
Pero hablemos de sus enemigos, los llamados judíos: unos seres atormentados del folklore irlandés que viven en los bosques de Nueva Escocia y que pretendían invadir el mundo. Jesus Hill y Hitler nos liberó de ellos.
Dice la leyenda que una noche de verano, mientras llovía como si de una noche de invierno se tratara (aunque, en realidad, muchos, como yo, considerarían que hacía un bochorno de noche de entretiempo) Hitler salió de su cabaña y se alzó en armas, con su ejército.
Señalan los historiadores que tenían tal cantidad de armas que aquél día fue recordado como Armageddón. Quizá os suene. Se hizo la película hace unos años. No tenía nada que ver.
Cada soldado tenía un silbato, y la misión de silbar en caso de encontrar enemigos.
El caso es que, una vez en armas alzados, fueron en busca de los judios. Se comenta que la lucha que se desató esa noche fue tan dura y sangrienta que hubo de ser censurada para su posterior distribución en DVD, e hizo vomitar al propio Hannibal Lecter, que acto seguido añadió que la leche que había tomado esa mañana no debía estar en muy buenas condiciones.
El líder de los judíos era un hombre llamado Kazajistán con un ejército de elefantes gigantes. Su única vestimenta era un taparrabos de leopardo que apenas daba de sí lo suficiente para ocultar los enormes genitales del semítico caudillo. No había matado él al leopardo, lo había hecho su madre (cosa sorprendente, y más teniendo en cuenta que su madre llevaba 11 años muerta).
El desarrollo de la batalla fue así: La primera noche, los elefantes gigantes se comieron todo el ejército de los judíos. La moraleja de esta historia es que no compréis elefantes gigantes para vuestro ejército si no tenéis la suficiente comida.
Este documento fue hallado entre las memorias del agente especial de las SS Deacon Ticonderoca.
A día de hoy seguimos desconociendo el significado de "SS", aunque gran cantidad de pruebas señalan que podría significar "SaraSa".
Lo cual, por cierto, explicaría muchas cosas.
@_@
Espeluznante. Como la vida misma.
ResponderEliminarno mam... esta no es la informasion que nesesito esta bien incompleta, eso q, q hitler era un dios porfabor no t manch... hitler fue un biejo q no sabia ni que queria pura ambision...
ResponderEliminaratte.
saret