lunes, 1 de febrero de 2010

CICLO TROYANO 5: La Ilíada (Parte 4)

Tal y como se narra en el poema de la Iliada, cantos XIV a XVII

Los griegos se baten en retirada, incapaces de resistir el avance imparable de los troyanos, y se refugian en los barcos que les trajeron, pero en el momento más desesperado, Hera deja inconsciente a Zeus, permitiendo que los dioses puedan intervenir en la batalla…

Poseidón, el dios de los mares, aprovecha para ayudar a los griegos. Montado sobre un gigante Blastoise dotado de alas, sobrevuela el campo de batalla, disparando con los enormes cañones de agua de su montura. Los troyanos empapados deben regresar a la ciudad a secarse de inmediato, si no quieren pillar un resfriado. Gracias a la ayuda del dios, los griegos expulsan a los troyanos fuera de su campamento, pero ese pequeño respiro dura muy poco.


ZEUS, DIOS DE LAS RESACAS
El señor del Olimpo, Zeus en persona, se despierta muy aturdido en un motel de carretera en Tejas. No tiene la menor idea de dónde han ido las prostitutas, de cómo ha llegado hasta allí o de por qué tiene una incisión en el costado y le han quitado un montón de órganos vitales.
Regresa al Olimpo y se asoma al planeta Tierra. Le duele un montón la cabeza y el ruido que Poseidón arma desde Troya no le deja dormir, así que le ordena de muy malas maneras que vuelva al mar y deje de armar escándalo.

Por fin, Zeus podrá dormir una siesta… pero entonces llaman a la puerta.
“¿¡Quééééééé!?”,
grita el todopoderoso Padre de los Dioses.
“Sabed, oh mi señor Zeus, que la guerra ha sido descompensada por la actuación de Poseidón”, le comunica Apolo, el dios más pelota de todos, “iban ganando los pobres troyanos, cuando…”.
“¡Bien! ¡Bien! ¡Lo que sea! ¡Ayuda a los jodidos troyanos y cállate de una vez! ¡Y ahora dejadme dormir de una vez”

Zeus apenas ha cerrado los ojos cuando Ares, sosteniendo una tabla de surf, se asoma a la habitación: “¡¡Papá, mis amigos me han invitado a luchar de parte de los grieg…!!”, Ares es interrumpido por la asesina y severísima mirada del Señor del Olimpo.
No hacen falta palabras.
El dios de la guerra enmudece y se dirige muy pesaroso a su habitación, a escuchar heavy metal y jugar al World of Warcraft el resto de la tarde. Sabe que esa mirada significa que su paga semanal acaba de ser reducida a la mitad.


APOLO METE LA PATA
Los griegos han tomado algo de ventaja, pero Héctor, liderando a los troyanos, prende fuego a un barco griego. Aquiles le pide a su mejor amigo Patroclo que, ya que no puede ir a luchar por orgullo, que vaya él a ayudar a los griegos. Le promete que dejará la partida del Left4Dead en PAUSE hasta su regreso.

“¿A qué ese cambio repentino de opinión, Aquiles?”, le pregunta Patroclo, “Agamenón te menospreció, ¡por mí que se pudran todos!”
“Bueno, broder, pero si queman todos los barcos no podremos volver a Cuba”, le responde el héroe.
“Hmmm, eso no lo había pensado” le dice Patroclo, acatando sus órdenes “enseguida voy”, y dicho esto encabeza a los griegos.

El dios Apolo, por el contrario, no domina mucho el arte del combate y eso no convence mucho a los troyanos que le siguen.
“Vamos, joder, ¡matad un poco al menos! Tenéis que… uh… visualizar la muerte del enemigo”, dice para animarles, clavando la espada en un guerrero, “¿veis? ¡Así!”.
“Oh poderoso dios Apolo… ese era uno de los nuestros”,
le dice Héctor, arqueando una ceja.
“N-no pasa nada… señor Apolo… sin rencor…”, dice el moribundo con sus últimas palabras.
“Uhm, vaya… Bueno, pero todos habéis visto cómo lo he hecho, ¿no? Era un ejemplo. Vamos, ¡ahora vosotros!”

Aunque parezca mentira, gracias a estos consejos, un soldado llamado Euforbo logra herir de gravedad a Patroclo. Héctor, escondido hasta entonces, corre a toda velocidad hacia el amigo de Aquiles, daga en mano, y lo remata en el suelo. Doce veces.
“¡Soy un héroe! ¡Soy un héroe!”, grita Héctor levantando los brazos, pisando el cadaver del griego “¡He derrotado a este poderoso enemigo con inmensa valentía! ¡Todos lo habéis visto!”.

El general troyano se gira entonces hacia una figura que se le acerca, mostrándole la daga, confiado, “¿Y tú qué miras? ¿Quieres morir también? ¿Te piensas que esto es una broma?”, dice.


“UNA BROMA NO… ¡¡¡¡ESTO – ES – ESPARTA!!!!”
Menelao is back, bitches.

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