domingo, 11 de julio de 2010

La Odisea, parte 6

En anteriores episodios…
Ulises y sus hombres viajan por el mar al estilo vikingo, es decir, cargándose, violando y quemando todo lo que se van encontrando. Más tarde son capturados por Polifemo, un cíclope gigantesco, pero logran derrotarle

Y fue más dificil de lo que parece...

CANTO X
Ul
ises y los suyos (al menos aquellos que aún siguen vivos) llegan a una nuevo lugar misterioso, donde vive Eolo, el Señor de los Vientos (si, digamos que su isla no huele muy bien), que, al contrario que la mayoría de los seres mágicos que andan por ahí (orcos, elfos…), es bastante simpático, y le regala a Ulises una bolsa donde están contenidos todos los vientos, como souvenir.
Además, Ulises le pide que le envíe un viento favorable para ir hacia Ítaca.
-Vale – dice Eolo- tírame del dedo.

Al regresar a su nave, Ulises le pasa a su segundo de abordo la bolsa de los vientos.
-Toma, guarda esto con tu puta vida.
-¿Qué es? ¿Oro? – dice el puto tipo, abriendo la bolsa. Eso libera todos los vientos, que produce un huracán que sale todo el mundo vol
ando, perdiendo el rumbo y haciendo quedar a los griegos como unos putos gilipoyas incapaces de manipular artefactos peligrosos.

Ahora es casi imposible regresar a Ítaca (porque ya no saben por dónde cae), pero no importa, ya que muchos de la tripulación hayan un nuevo hogar: el estómago de los Lestrigones, unos gigantes devoradores de hombres (joder, aquí todo el puto mundo come personas!) que se zampan a todos los que pueden.
Huyendo, los griegos acaban llegando a la isla de la bruja Circe (una de esas brujas modernas con tetas grandes, vestido de gótica salida y cuerpo
de pornstar eh, no de las de escoba y nariz con grano). Circe les ofrece a todos un banquete envenenado que les convierte mágicamente en cerdos (Obviamente no se lo dice así, claro. Les dice que el banquete es sano. Después de tantos peligros los griegos tenían hambre… pero no tanta, coño).

Aunque la presentación del vino les podría haber hecho sospechar.

Sin embargo, Ulises no prueba bocado y se salva. Algunos dicen que fue porque Hermes le avisó y le dio una hierba especial para ver el engaño, pero yo no lo creo. Dadas sus abundantes experiencias con prostitutas, estoy bastante seguro de que sabía muy bien que beber cosas que te ofrecen tías en corsé que enseñan las tetas es la forma más probable de acabar despertándote al día siguiente dentro del contenedor de helados de un motel de carretera, con una extraña incisión en el costado y sin riñones.
Habiendo descubierto esto, Ulises ejecuta una patada giratoria sobre la cabeza de Circe, dejándola inconsciente. Eso hizo que sus homb
res regresaran a su forma habitual (la de horrendamente mutilados marineros), y además la enamoró para siempre (oh chico, no sé que tienen esas patadas giratorias pero…).
Como no tienen prisa ninguna (total, llevan como quince putos años o así fuera de casa, seguramente ya nadie se acuerda ni de su cara, no les va de un poco más), gastan un año entero en la isla de Circe, emborrachándose y comiendo hasta hartarse. Ulises, como agradecimiento, le hace tres hijos a Circe (si, tres hijos en un solo año, era un puto conejo).

Y luego, un buen día, Ulises bosteza y dice: “Bueno que se ha hecho tarde. Adiós, puta”, y se larga.
¿Su destino? Cimmeria.

Y no, no es broma.

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