La crisis de los misiles de Cuba: Como la nuestra, pero con bombas nucleares

La “crisis de los misiles” de Cuba no viene a referirse a una época en la que hubiese una especial escasez de misiles en Cuba, sino que viene por unos misiles que pusieron los soviéticos ahí apuntando a Estados Unidos y que casi se produce el armagedón nuclear; pero bueno, lo cierto es que durante la Guerra Fría cualquier mierda que pasaba ya estaban lanzando los misiles nucleares.

Para mí el único motivo real de todo esto fue la poca inteligencia de los cubanos al dejar que los soviéticos metieran los misiles ahí, porque si los lanzaban contra Estados Unidos, que estaba justo al lado, lo más probable es que la nube radioactiva fuese volando hasta Cuba y los matase a todos.

Todo comenzó cuando un avión espía americano detectó en Cuba una plantación de puros en la que algo iba mal: Los puros eran de gigantescas dimensiones, estaban recubiertos de metal y contenían uranio dentro.

Varios días más tarde, los analistas de la CIA le comunicaron al presidente Kennedy su ya muy avanzada teoría sobre lo que planeaban los rusos: Pretendían despertar a Ymir, el gigante del mundo en la tradición vikinga, y sobornarle para que atacase Estados Unidos con su ejército de trolls del hielo. Los americanos debían rendirse de inmediato, o serían aniquilados por los poderes mágicos de Ymir.

Señalan los historiadores que el presidente apenas estudió los datos que la inteligencia militar le había proporcionado, y sólo necesito unos segundos para tomar una decisión al respecto: dicha decisión fue cerrar definitivamente el departamento de “Dungeons&Dragons” de la CIA y despedir a todos los miembros.

Estaba claro que había que llegar a la solución más diplomática y pacífica posible, que dejase a todas las partes involucradas contentas, una solución que sólo sería capaz de conseguir el presidente en persona… pero pronto se vio que aun con la dieta hiperproteínica, los batidos de aminoácidos y la estricta rutina de pesas y adiestramiento militar, Kennedy tardaría meses en estar operativo para matar a Fidel Castro.

En lugar de eso, se inició entre Kennedy y Jrushchov (el líder de los soviéticos) lo que en las altas esferas políticas se conoce como la discusión del “tengo la poya grande”, “pues yo más”, “pues yo más”, “yo más”, “yo más, infinito más uno”…

La comunidad internacional, por supuesto, no tardó en intervenir: metafóricamente podríamos decir que rodearon a ambos líderes y comenzaron a gritar “¡Bulla, bulla! ¡Pelea, pelea, ueh, ueh!”.
(Corea del Norte también dijo: "Los que se pelean en el fondo se desean". Todos le miraron en silencio. A partir de ese momento fue expulsado de la ONU y ya no le llamaron nunca más a las reuniones.)

La tensión entre los dos países iba en aumento. Los nervios estaban a flor de piel. Los dedos temblaban sudorosos sobre el botón rojo con el símbolo de la calavera. Un peso calenturiento descendía por los pantalones de los militares y Dios sabe que bien podía ser mierda. La gente se encerraba en sus búnkers antinucleares. El fin del mundo parecía estar muy cerca. Los periódicos se vendían como nunca.

Y al final no pasó nada. Todos se fueron a casa y tan panchos.


La moraleja de todo esto es que hoy día cualquier parida insignificante puede ser un acontecimiento histórico superimportante del cagarse si se hacen buenas películas sobre ello.