martes, 31 de agosto de 2010

Star Trek: Mis comentarios

Advertencia: Aquí odiamos a los vulcanianos.

La conquista del espacio es algo que ha interesado much o al ser humano, especialmente a ése tipo de ser humano gordo y asqueroso que se sabe de m emoria los diálogos de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, y que pasa las noches en largas mazmorras de World of Warcraft llenas de bichos que cuando hablan no sabes si estan insultándote o teniendo un orgasmo.
El gran problema de la conquista espacial es que estamos rodeados de planetas muy penosos. Fijáos en el siguiente dato: NÚMERO DE ALIENÍGE NAS SEXYS DETECTADAS EN LOS PLANETAS CONOCIDOS: CERO.

Así, ¿cómo pretenden que nos interese el espacio? Si encontrásemos una sola alienígena buenorra de color azúl o verde en cualquier planeta, en 10 años ya habríamos colonizado todo el Sistema Solar, y en cuanto a Marte, ya estaríamos allí. Pero no.
De momento, por estas razones, tendremos que conformarnos con StarTrek y otras obras de ficción diseñadas con las más realistas hipótesis de cómo serán esas alienígenas buenorras que algún día encontraremos.

Pero Star Trek tiene un lado oscuro que hasta ahora nadie se ha atrevido a mencionar. Todo es “demasiado” perfecto… Por ejemplo, ¿no os extraña que con lo grande y variado que es el universo, el 90% de los alienígenas que vemos en la serie sean seres humanos ligeramente deformados (el 10% restante son efectos digitales en forma de nube que flotan por el espacio)? ¿Qué pasa si se encuentran una raza de babosas superinteligentes con un solo ojo? No creo ni que tengan camisas de su talla en la puta nave. La discriminación es más que evidente.
Con esto no digo que la Federación de Planetas tenga una constante campaña de conquista y eliminación de las razas consideradas “menos humanas”, en pos de un ideal supremacista ario-humanista. Sólo lo insinúo. Pero no nos faltan razones para sospechar. A mí no me extrañaría que un día, cuando los de la Federación por fin sean conquistados por los Borg, comiencen a aparecer campos de concentración por toda la puta galaxia, lugares llenos de babosas de superinteligentes de un solo ojo y Ferenguis (los judíos del universo). ¡Todo a su tiempo!

Porque da igual que hayas visto todos los capítulos y películas… Yo lo he hecho, y os puedo decir una cosa: a pesar de todo, no sabemos una puta mierda sobre Star Trek.
Las acciones de la Enterprise siguen siendo para nosotros todavía un jodido misterio, por ejemplo. La mitad del tiempo parece estar haciendo cosas comprensibles y útiles, como salvar la galaxia o llevar diplomáticos de un lado a otro (especialmente en la Nueva Generación). Pero la otra mitad del tiempo no sé cuál es el objetivo, aparte de la aparente pretensión de querer destruir una nave que ha costado miles de millones a los contribuyentes.

"¡Nadie dice al Grand Picard qué puede o no puede hacer!" (Jean-Luc Picard,
hablando de sí mismo en tercera persona)

No obstante, hay que reconocer que las cosas han avanzado en Star Trek. En la serie original los personajes secundarios morían a puñados cada vez que bajaban a un planeta. En la Nueva Generación ya no tienen que esperar: ahora son asesinados a puñados dentro de la propia nave, que es una jodida trampa mortal.
Más avances: Los tripulantes de la nueva Enterprise llevan a bordo sus familias con ellos para no sentir morriña (porque es mucho mejor ponerlos en peligro enfrentándolos a lo desconocido que echarlos de menos). Eso reduce muchísimo la posibilidad de motín: siempre puede amenazarse a los alborotadores con despresurizar el camarote y lanzar a sus hijos al puto espacio.

El único problema es que, por ejemplo, si vas a Amazonia, el planeta de las mujeres sedientas de sexo, con tu familia, ¿qué haces? ¿Qué narices haces? ¡Visitar el museo de los duendecillos de jardín y comprar algodón de azúcar a tu hija mientras tus compinches gastan el equivalente a siete campos de futbol en condones!
Ya no es sólo el turismo, sino que ir con la familia a bordo te excluye también de muchas otras cosas, algunas absolutamente básicas. Te impide, por ejemplo, acceder a casi la única diversión que se puede hallar a bordo de la Enterprise: las orgías multitudinarias en la sala de hologramas.

Por eso, libres de esto, en la StarTrek original, Kirk y sus subalternos eran unos auténticos puteros galácticos, y en cada planeta tenían una vagina (o una cosa que podría ser descrita como orificio y carente de dientes, o que en caso de tenerlos permitía introducir la pilila con una probabilidad moderadamente baja de que te fuese seccionada de un mordisco) esperándoles, con la excepción quizá de Spock, que tenía, digamos, “gustos más exóticos”.
Porque StarTrek original trataba mucho más sobre la tensión sexual entre Kirk y Spock (básicamente lo mismo que Expediente X, pero en vez de una pelirroja potente te ponían a un tío raro con las orejas de punta y el pelo que parecía que se lo había cortado su madre… o el mismo peluquero que a Nobita).

Para mí, el invento más relevante de Star Trek era el replicador: un cacharro del que salían una especie de átomos azules y formaban cualquier cosa y sustancia. Pero en vez de hacer uno gigante y usarlo para construir naves espaciales en cuestión de segundos, lo utilizaban para cosas cotidianas, como para hacer café, aunque si funcionaba mal (lo cual era a menudo), la máquina se equivocaba de producto y dicho café sabía a diarrea de caballo o mierda de gato (porque si, sé que es raro, pero ambos sabores estaban configurados en la máquina), o bien estaba a medio hacer y la gente decía: “¡Puaj! ¡Está lleno de particulillas!”, en fi, demostrando que por mucha tecnología que se aplique, el axioma de que el café de máquina no es más que agua sucia y mugrienta sigue en pie.

2 comentarios:

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