Ayer, como todos los jueves que hay
partida de Risk, vinieron a visitarme varios líderes mundiales, término que
considero bastante equivocado porque ninguno de ellos domina ni siquiera un mundo.
Son líderes de países, y ni siquiera de varios a la vez. Líderes paisales.
Ya en pocos veo el brillo en los ojos
(excepto en Putin, que casi siempre va caraja perdido), el ansia de apoderarse
de todo el planeta y subyugar a sus habitantes.
Sólo veo en esa “mirada del tigre” (una expresión completamente original mía y que nunca nadie ha empleado antes) en dictadorcillos de república bananera o cocotera, y lo cierto es que enternece mi corazón ver esa ilusión en las ligas infantiles.
Sólo veo en esa “mirada del tigre” (una expresión completamente original mía y que nunca nadie ha empleado antes) en dictadorcillos de república bananera o cocotera, y lo cierto es que enternece mi corazón ver esa ilusión en las ligas infantiles.
¿Veis? Esto es lo que quiero: Un Napoleón raro montado en un caballo gigante tan grande como un continente. |
La partida al Risk se presentó sin ningún tipo de sorpresas. Los líderes mundiales
eran francamente inefectivos a la hora de conquistar al resto, porque se
centraban demasiado en arrojarse irónicas pullas con los países que les habían
tocado.
Por ejemplo, a Putin le tocó llevar a los
Estados Unidos, y dijo: “¡Yo no invado nada porque soy un cerdo americano obeso
que sólo miro la MTV y como hamburguesaaas!”
Ante esto, el líder de la República
Popular China (que ya ni me esfuerzo en memorizar los nombres, porque los
sustituyen constantemente y para mí son todos iguales), que llevaba a Rusia,
respondió que: “Pues yo soy Lusia la excomunista ¡oooh milad cómo cedo ante las
fuelzas del capital y llevo a mi país a la pobleza! ¡Voy a dejal de defendel
los telitolios de Estonia, Letonia y Lituania pala que se independicen!”.
Cosa que los jefes de estado de Estonia, Letonia y Lituania (que habían estado esperando fuera en el rellano) aprovecharon para entrar corriendo y sentarse en la mesa, cada uno de ellos convencido de que sería capaz de invadir a su vecino.
Cosa que los jefes de estado de Estonia, Letonia y Lituania (que habían estado esperando fuera en el rellano) aprovecharon para entrar corriendo y sentarse en la mesa, cada uno de ellos convencido de que sería capaz de invadir a su vecino.
También fue un poco irritante el comportamiento
del presidente español Mariano Rajoy, que tenía que consultar cada uno de sus
movimientos con Aznar y Ángela Merkel, lo cual alargaba mucho los turnos si
bien es cierto que permitió jugadas muy bien coordinadas que hicieron a
Alemania muy peligrosa a lo largo de la partida (no tanto a España, cuyo papel en
el plan consistía en atacar suicidamente a los enemigos de esta y ser machacado).
Pero esto no era de lo que quería hablaros. De lo que quería hablar es de una discusión que apareció durante la partida sobre cual era el medio de locomoción definitivo para desplazarse entre los países.
Se llegó a la conclusión de que El
Caballo.
Pero no hablamos de la heroína, manque esta te permita también hacer buenos viajes, sino del cuadrúpedo.
Pero no hablamos de la heroína, manque esta te permita también hacer buenos viajes, sino del cuadrúpedo.
Aquellos que defendáis que no, que es el
coche, tened en cuenta que el coche va dejando contaminación al ir pasando. En
cambio el caballo solo deja mierda en el suelo, pero eso no le importa a quien
lo cabalga, solo fastidia a la gente que va a pie. A no ser que des marcha
atrás en el caballo. Entonces te jodes tú también.
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