martes, 20 de julio de 2010

La Odisea, parte 8

En anteriores episodios…
Ulises ha regresado a Ítaca, pero disfrazado de mendigo para que no le reconozcan y le traten como rey que es. Las razones de por qué hace esto todavía se me escapan…
Vamos a suponer que lo hace porque gracias a su mente de ajedrecista y gran estratega, predice que, si le reconocen, los pretendientes de Penélope (ha predicho también la existencia de éstos) le tenderán una trampa de la que predice que no podrá escapar con vida.
Por supuesto, esto es una suposición sin fundamento, que no se menciona en ningún lugar de la Odisea, pero yo voy a decir que fue así (además, para qué nos vamos a engañar, podría decir que entonces apareció Son Gokuh y destruyó la Tierra con un único kamehame y os lo creeríais. Sois muy vagos para acudir al libro vosotros mismos…).
By: Ese namekiano al que algunos llaman Dios.
CANTOS XIII a XVIII
Las aventuras de Ulises se vuelven tremendamente extrañas una vez vuelve a Ítaca. La verdad es que, desde que nuestro “héroe” (¿ha hecho algo realmente heroico desde que salió de Troya, como construir un caballo gigante de madera o arrojar a un príncipe desde lo alto de una muralla? Lo único que ha hecho es dejar morir a sus hombres uno a uno) pisa la tierra de su hogar Homero no logra convencerme en ningún momento de que la historia no ha terminado.
Parece como si ahora hiciese danzar al protagonista de un lado a otro como un mono descerebrado, tratando de alargar inútilmente el desenlace (y por Júpiter que es como si la pantalla se hubiese ya doblado y se estuviesen viendo los créditos descender), como si quisiera escribir unas cuantas páginas más, porque el libro lo va a vender a peso.

El caso es que se nos dice lo curioso que es que Ulises desembarque con pinta de mendigo (aunque tras quince putos años de vida en el mar, escorbuto, hambruna y mil penalidades lo raro hubiese sido que desembarcara con pinta de Ulises).
Se supone que es un disfraz super-bueno hecho por la misma Atenea para volverle irreconocible (que a la hora de ayudar a la gente a volver a Ítaca con vida no es muy buena, pero cuando hay que ofrecer putos camuflajes ópticos a la peña es la primera), pero ahí le reconoce hasta el Tato.
El primero en reconocerle es un tipo cuyo trabajo es pastorear cerdos (y, que no me jodan, el porquerizo de la isla no puede haber visto al Rey más que un par de veces y de lejos, como mucho).
Cabe resaltar el hecho, por cierto, de que, en otro, quizá el más descarado, de los ejemplos de “hola, vengo a llenar espacio” que Homero nos ofrece a lo largo de la historia, el cuidador de cerdos este se dedica a contarnos por chorrocientas páginas toda su puta vida, sus orígenes, sus convicciones políticas y cómo llegó a su trabajo actual.
Y si esperáis que yo ahora cuente esa historia, os habéis equivocado de blog. ¡Largo de aquí, paletos!

También reconoce a Ulises Telémaco, su hijo, que justo regresa de Troya con sus conclusiones: Que ese hombre al que llaman “Ulises” no es más que un mito. En cuanto lo ve se calla, el muy putas. Padre e hijo se dan un fuerte abrazo (hacía años que no se veían), y planean una elaboradísima venganza contra los pretendientes.
Básicamente el plan consiste en: “Yo voy a hacer como si no te hubiese visto, y tú Ulises allá te las veras contra todos tus enemigos, a ver si con un golpe de suerte logras arreglarlo todo tú solo”. Y, por cierto, ¿he dicho que eso era “básicamente” el plan? Quería decir que eso es “completamente” el plan.
No es extraño entonces que una vez llega a palacio a pedir comida, los pretendientes, viéndole como un pordiosero más, lo humillen y hasta le golpeen poderosas collejas. Pero Ulises lo aguanta, porque “todo esto forma parte del plan”.
Y estas son mis palabras de respuesta hacia Ulises: ¿Plan? ¿Qué plan? ¡Si no tienes ningún jodido plan! ¡“Ir ahí y a ver lo que pasa” no es un plan! ¡Das mal nombre a todos los planes! ¿Y se supone que tú eres “el listo” de entre los griegos? $”&%$!!

En ese momento, aparece Iro, un verdadero mendigo, que llama “bullshit” al mendigo Ulises y le reta a una pelea (hay que decir que Iro, además de pobre y hambriento, era cocainómano también, y se acababa de meter unas rayas por lo que iba muy salido de rosca).
Los pretendientes, así como en broma, dicen que quien gane podrá comer con ellos.
Pero entonces Ulises se quita la túnica, dejando ver que no es un tirillas sino un jodido culturista con más músculos que Conan cuando era portero de discoteca. Hasta él mismo se sorprende.
Está fuertecillo, si.

Iro lanza su grito de guerra, que viene a ser algo así como: “¡Pff, a ese mierdas yo le pued… FUUUCK!”.
Ulises se le acerca y le pega un guantazo que le dan palmas las orejas. El mendigo real cae derrotado y se lo llevan al hospital, pero los pretendientes siguen burlándose de Ulises (eso sí, ahora bien lejos y cuando no puede oírles).

Excelente. Ulises ahora se ha infiltrado en… euh… el lugar donde no tenía por qué infiltrarse…
Habrá que esperar a mañana para ver cómo acaba todo esto.

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