JOSE MARÍA AZNAR: LA BIOGRAFÍA NO AUTORIZADA
Como a mí me gusta decir, esta es la historia de un gran hombre, de un auténtico líder del siglo XXI. De un caudillo de masas. Un hombre cuyos actos cambian día a día el mundo, para mejor. Ese hombre soy YO… y voy a hablaros de Jose María Aznar.
Ya de joven Jose María Aznar sorprendió a todos dejándose bigote, un bigote que le quedaba ridículamente ostentoso. Todos se reían de él (porque obviamente parecía Carlton de El Príncipe de Bel Air). Pero con el tiempo, a medida que aumentaba su posición y poder, cada vez le fue quedando menos penoso, ya no era tan irrisorio para sus semejantes, hasta que al final ha llegado el día de hoy, donde cuando nos partimos el culo es cuando le vemos sin.
Pero, ¿por qué se dejó bigote? Sus biografías no dicen nada al respecto, porque a pesar de tener más de mil páginas, están todas llenas de todo estupideces y anuncios subliminales de refrescos. Obras poco profundas, que no saben nada de él. ¿Incluso las que ha escrito él mismo? ¡Si, si, joder! ¡Esas son las peores! ¡No leáis nada de esa mierda!
Nosotros conocemos a Aznar mucho mejor de lo que él mismo se conoce, y sabemos que, a pesar de ser un tío que le compraba la ropa su madre y se cortaba el pelo todavía estilo ZipiZape, no se dejó bigote porque creyese erróneamente que le quedaba bien. Se dejó bigote porque eso era como un objetivo que se había marcado en la vida. Una señal. Un faro de luz en este mundo de confusión y oscuridad. Y cuando la gente dejó de reírse de su ridículo aspecto físico, supo que lo había conseguido.
Salió de la facultad de Leyes (Aznar estudió Derecho porque es un político de derechas) y se puso a aplicar las lecciones del físico atómico Niels Bohr, sobretodo esa de que “un tonto siempre encuentra a otro tonto aún más tonto que le admire”. Con este espíritu en mente logró llegar a ser elegido secretario general del Partido Popular (sucediendo así a Mao Zedong… un momento, ¿de quién son estos datos, google? WTF!?).
Sólo necesitó 7 años para ganar las elecciones, con el apoyo de varios partidos nacionalistas (CiU, PNV…), que no sabían lo que se les venía encima. Su estrategia de oposición fue, todo hay que decirlo, magnífica. Una auténtica innovación dentro de la política: hasta entonces, los políticos habían gastado tiempo devanándose los sesos para conseguir argumentos intelectualmente satisfactorios con los que apoyar racionalmente sus posiciones. La teoría de Aznar es que eso no era realmente necesario, y dispuesto a demostrarlo comenzó a decir a todas horas que Felipe González (el presidente de aquél entonces) tenía que irse. Ni siquiera dijo que había que echarle o que lo estuviese haciendo mal. No. Sólo que tenía que irse. Sin decir donde, ni decir por qué.
Dicha estrategia pareció no funcionar al principio. Pero pronto, la mentalidad neandertal y el pensamiento paleolítico que componen en su mayor parte la gran riqueza cultural de nuestro país entró en funcionamiento, y finalmente no solo ya la gran mayoría de los votantes, sino Felipe González mismo, creían que tenía que irse.
El gobierno de Aznar fue un periodo glorioso. Bueno, quizá no glorioso. Es posible que se perdiera poder adquisitivo, pero cualquiera que se queje es que no estaba entre los que comenzaron a ganar dinero gracias a la especulación de la vivienda, creando una burbuja que luego petaría años más tarde (y no os engañéis, si el PP gana las próximas elecciones, su solución para la crisis va a ser ponerse a soplar sobre un montón de ladrillos a ver si con suerte crea otra burbuja inmobiliaria). Aznar también manifestó su apego al movimiento ecologista firmando el Protocolo de Kyoto (que luego se pasó sistemáticamente por el escroto).
Como datos menores, rollo a pie de página, introdujo al país en dos guerras, fue indirectamente responsable de la muerte de 191 personas en los atentados del 11M y recuperó gloriosamente el control militar del peñasco de Perejil, elemento imprescindible del gran imperio español donde no se pone el Sol (cosa que está bien indicar, ya que si un día por descuido se pusiera el Sol ahí, morirían todos los españoles quemados).
Tras terminar su mandato, Aznar se dedica a viajar por el mundo, escribir libros que bien podrían estar llenos de faltas de ortografía porque no los lee ni su editor, dar conferencias y recibir doctorados honoris causa de universidades fascistoides nostálgicas de la época de Mussolini.
Dios nos libre de que el astro rei se pose en nos.
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