Los Bollycaos eran unos recipientes de pan que contenían una deliciosa sustancia cremosa que nos decían que era chocolate y nosotros nos lo creíamos.
El pan era el elemento terrenal que todos desechábamos una vez se agotaban los recursos naturales chocoláticos que contenía el Bollycao, que generalmente era bien pronto, porque los fabricantes racaneaban con el chocolate. Pero a la vez eso le daba cierto encanto, porque al haber tan poco chocolate en el pan, no nos cansábamos de él y seguíamos deseando más, y más.
El pan era el elemento terrenal que todos desechábamos una vez se agotaban los recursos naturales chocoláticos que contenía el Bollycao, que generalmente era bien pronto, porque los fabricantes racaneaban con el chocolate. Pero a la vez eso le daba cierto encanto, porque al haber tan poco chocolate en el pan, no nos cansábamos de él y seguíamos deseando más, y más.
Los científicos no se ponen de acuerdo en cuantas toneladas de basura debieron producirse en esa época, formadas exclusivamente con las esquinas de Bollycao formadas por pan seco. Pan este, cuyas características de textura, sabor y rugosidad lo convertían en algo completamente asqueroso. Irónico, siendo el nombre de la empresa “Panrico”.
Pero el chocolate estaba rico, era fácil de transportar gracias a su envoltorio y parecía alimentar correctamente porque, al contrario que los Donetes o los Phoskitos, no mostraba públicamente que era una orgía de grasiento chocolate, eso lo escondía en su interior, y por eso es de saber que el Bollycao se convirtió rápidamente en el instrumento meriendil por excelencia preferido por niños y madres.
Pero no todo era felicidad en Bollylandia, porque en breve aparecieron malévolos productos que seguían las mismas especificaciones técnicas que el Bollycao: algunos fueron rivales fáciles, como el Mi Merienda, que era un bollo de pan a palo seco que incluía separadamente una tableta de chocolate Nestlé, que todo el mundo se comía para luego lanzar el pan, pero hubo otros, muchos otros, algunos entre ellos que casi terminan con la vida de nuestro Bollycao, siendo el ejemplo más claro el Bimbocao.
El Bimbocao, un clon maligno de Bollycao, fue obra de los científicos de Bimbo. Su idea era copiar todas las características del original, e incluso mejorarlas, y les salió bien excepto en un punto: la fórmula del chocolate. El chocolate de Bimbocao parecía rancio, desvalido, sin fuerzas. A mí no me gustaba, pero a otra mucha gente si, incluso más que el Bollycao, y la amenaza parecía que acabaría con nuestra forma de merendar tal y como la conocíamos.
Bimbocao estuvo muy próximo a vencer a nuestro héroe como la merienda Rey, y finalmente sólo pudo ser derrotado con el uso de las más viles y rastreras técnicas de márketing. Anuncios pegadizos y cromos hicieron que el Bollycao poco a poco recuperase las fuerzas y volviese a sentarse en el trono de las pastas grasientas, mientras el Bimbocao a la larga desaparecía del mercado y Bimbo juraba secreta venganza, algún día.
Esa fue sin duda la más épica aventura de Bollycao.
A lo largo de los años, el imperio Bollycao fue creciendo, sobre todo gracias a estos cromos. Nosotros vivimos la mejor época, cuando daban cromos de rol con mutantes y alienígenas, o tazos, no como ahora que dan jugadores de fútbol que no llevan ni pistolas láseres ni mochilas-cohete voladoras. Es una vergüenza.
Son para el recuerdo, y merecen también una mención especial, los cromos del TOI, una especie de monigote caricaturesco verde que nos decía, en un castellano castizo, cosas como: “TOI PERDÍO”, “NO TOI”, “TOI NAMORAO”…
En fin, Tantas horas podríamos hablar de Bollycao, nuestro Bollycao, que nos alimentó en momentos de necesidad y nos distrajo con sus demás elementos. Este fue su presidente para ustedes, que Dios Bendiga América.
Pero el chocolate estaba rico, era fácil de transportar gracias a su envoltorio y parecía alimentar correctamente porque, al contrario que los Donetes o los Phoskitos, no mostraba públicamente que era una orgía de grasiento chocolate, eso lo escondía en su interior, y por eso es de saber que el Bollycao se convirtió rápidamente en el instrumento meriendil por excelencia preferido por niños y madres.
Pero no todo era felicidad en Bollylandia, porque en breve aparecieron malévolos productos que seguían las mismas especificaciones técnicas que el Bollycao: algunos fueron rivales fáciles, como el Mi Merienda, que era un bollo de pan a palo seco que incluía separadamente una tableta de chocolate Nestlé, que todo el mundo se comía para luego lanzar el pan, pero hubo otros, muchos otros, algunos entre ellos que casi terminan con la vida de nuestro Bollycao, siendo el ejemplo más claro el Bimbocao.
El Bimbocao, un clon maligno de Bollycao, fue obra de los científicos de Bimbo. Su idea era copiar todas las características del original, e incluso mejorarlas, y les salió bien excepto en un punto: la fórmula del chocolate. El chocolate de Bimbocao parecía rancio, desvalido, sin fuerzas. A mí no me gustaba, pero a otra mucha gente si, incluso más que el Bollycao, y la amenaza parecía que acabaría con nuestra forma de merendar tal y como la conocíamos.
Bimbocao estuvo muy próximo a vencer a nuestro héroe como la merienda Rey, y finalmente sólo pudo ser derrotado con el uso de las más viles y rastreras técnicas de márketing. Anuncios pegadizos y cromos hicieron que el Bollycao poco a poco recuperase las fuerzas y volviese a sentarse en el trono de las pastas grasientas, mientras el Bimbocao a la larga desaparecía del mercado y Bimbo juraba secreta venganza, algún día.
Esa fue sin duda la más épica aventura de Bollycao.
A lo largo de los años, el imperio Bollycao fue creciendo, sobre todo gracias a estos cromos. Nosotros vivimos la mejor época, cuando daban cromos de rol con mutantes y alienígenas, o tazos, no como ahora que dan jugadores de fútbol que no llevan ni pistolas láseres ni mochilas-cohete voladoras. Es una vergüenza.
Son para el recuerdo, y merecen también una mención especial, los cromos del TOI, una especie de monigote caricaturesco verde que nos decía, en un castellano castizo, cosas como: “TOI PERDÍO”, “NO TOI”, “TOI NAMORAO”…
En fin, Tantas horas podríamos hablar de Bollycao, nuestro Bollycao, que nos alimentó en momentos de necesidad y nos distrajo con sus demás elementos. Este fue su presidente para ustedes, que Dios Bendiga América.
(uno de mis artículos favoritos del fotolog, quería que también estuviese aquí)
:_ ¡Viva bollycao, coño!
viva el editor de textos del blog que siempre pongo las imágenes mal :)
ResponderEliminar// Más contenido en: http://www.fotolog.com/moderno_total_ii
ResponderEliminary puedes hacerte fan en
http://www.facebook.com/pages/Moderno-Total-2/146693579858
Señor moderno, tengo una duda. De pequeño enganché muchos "tois" en uno de los muebles de mi casa, los he intentado quitar con varios prodcutos químicos i con una sierra mecànica, pero no hay manera.
ResponderEliminar¿Me recomienda usted que los deje pegados, vaya a ser que desate una reacción nuclear en cadena?
tal resistencia solo puede ser causada por una inteligencia superior que se organiza cada vez para ser indestructible.
ResponderEliminarMi madre no me compraba bollicaos pq decía que engordaban mucho, en cambio me compraba Mi Merienda. Lógica materna, no hay quien la entienda.
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