FALSOS MAGOS

Hoy en día se abusa enormemente del término “mago”.
Cualquiera que haya jugado a rol entiende mi indignación ante esta persistente injusticia.
Alguien tiene que ponerle fin. Y voy a ser yo. Aquí tengo mi escopeta. Luego me pongo a matar gente, pero antes dejadme hablar.



Para empezar, deberíamos dejar ya de llamar “mago” a gente como Harry Houdini, que les tiran al mar con una camisa de fuerza y un montón de cadenas y salen vivos. Eso no es ser mago, eso es ser un ninja.

Igual que los que convierten una empresa que está a punto de quebrar en una máquina de producir beneficios y les llaman “magos de las finanzas”. ¿Qué mierda es esa? Convertir la empresa en un dragón de siete cabezas capaz de volar y comunicarse telepáticamente, ¡eso sería magia!

Estamos ya en el siglo 21 o en el que sea que estemos, que ahora no lo sé, ya no podemos dejarnos impresionar por cualquier cosa, como porque alguien saque un conejo del interior de una chistera.
Cualquiera puede sacar un conejo de un sombrero, especialmente si el conejo ya estaba ahí.

Pasa lo mismo con David Copperfield, al que llaman mago sólo porque es capaz de volar, pero siempre sin fijarse en si lo hace bien o mal. Yo lo he visto y vale, se eleva del suelo y todo eso, que no está mal, pero apenas tiene maniobrabilidad. Si le lanzásemos piedras, por ejemplo, dudo que fuese capaz de esquivarlas.
Entonces más bien creo que lo que deberíamos decir es que sabe levitar.

Incorrectamente, de Copperfield dicen también que logró hacer desaparecer la Estatua de la Libertad. Pero lo que hizo fue cubrirla con espejos, eso no es hacerla desaparecer, como mucho eso es esconderla.

Por último, no me gustaría despedirme sin antes haber lanzado unas palabras de menosprecio y desolación hacia los Reyes Magos: No merecen ese nombre, a no ser que la Biblia mencione también que mientras seguían a la estrella fugaz, lanzaban bolas de fuego con las manos a los goblins que veían y preparaban pociones mágicas que les permitían volverse invisibles.