Últimamente ha habido una noticia que ha pasado poco advertida en medio del aluvión de historias sobre los vuelos que se han parado estos días (¡os dije que os equivocabais al abandonar el dirigible como método de aviación, os lo dije…! Ahora yo puedo volar con mi estúpido trasto altamente inflamable, y vosotros os fastidiáis en tierra ¿¡quién es el loco ahora!?)
Pero no, la noticia a la que todos deberíamos haber prestado atención y no lo hemos hecho ha sido que la NASA ha dicho que 2030 quiere poner astronautas en Marte, por sus cojones.
De hecho, muchos tenemos rabia a esos malditos marcianos desde que trataron de invadirnos hace tantos años a bordo de sus trípodes, como bien nos avisó el señor Orson Welles.
Entonces nos pillaron completamente por sorpresa, y sus robots nos machacaron. Pero hoy, un siglo después, todos los humanos de la Tierra hemos visto Evangelion por lo menos un millón de veces, y tenemos la tecnología suficiente para montar unos mechs macarras con llamas pintadas y enormes ametralladoras, que en cuanto los vean entrar a toda velocidad en la tenue atmósfera de su planeta los marcianos van a tener que desarrollar un culo, si es que aún no lo tienen, para poder cagarse enteros del miedo.
Da igual que traten de defenderse contra nuestro poderosísimo Megazord, porque nuestro robot tiene tanto poder que al primer trípode que se le acerque le va a meter una patada que lo va a colocar en la puta quinta galaxia, a tomar por culo. Así, caerá rápidamente toda su civilización, mientras los supervivientes contemplan horrorizados la metálica sonrisa del Megazord, que le hace parecer un playmovil.
Dejando de lado el tema de las guerras, que nunca está de más hablar de él, lo peor de Marte será la colonización. Como no hay aire, la gente tendrá que vivir en cúpulas, será como visitar un museo acuático, solo que no puedes encontrar la salida: después de la tienda de souvenirs no hay nada.
A decir verdad, poca cosa hay que hacer en Marte. Seguro que hay mucho metal que excavar, pero la verdad, para sacar hierro del suelo prefiero hacerlo en la Tierra, que al menos no corro el peligro de que me falle el traje ambiental y acabe convertido en puré.
Marte no está bien ni siquiera para una visita temporal, ya que su oferta turística es simplemente penosa. Frases como “atención, que llegamos a La Cara de Marte, una montaña que desde el espacio muestra una cara humana esculpida en la faz de por quien sabe qué civilización desconocida marciana… pero que ahora que la vemos aquí de cerca se ve claramente que es una jodida montaña normal” o “y ahora, si miran a su izquierda, podrán ver un descampao de rocas como el que llevamos viendo en los últimos diez putos kilómetros que hemos recorrido” transformarán el oficio de guía turístico de Marte en uno de los más sencillos a la par que peor remunerados oficios del universo.
Pero todo esto son minucias: hay que apoyar si o si la conquista humana del espacio. Son estos pasos los que nos acercan cada vez más a los grandes ideales de nuestra civilización: el encuentro de alienígenas buenorras con forma de mujer despampanante de los más diversos colores. Aguardemos todos con esperanza ese día.
sábado, 24 de abril de 2010
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