viernes, 9 de julio de 2010

La Odisea, parte 5

En anteriores episodios…
Ulises llega a la isla de Esqueria gracias a una toalla mágica (?). Allí fue atendido por Nausica y los feacios, una banda ochentera de glam rock. Como agradecimiento por su hospitalidad, Ulises les explica sus aventuras más recientes. Así, como quien no quiere la cosa…

CANTO OCHO & NUEVE
“Si, Rey Alcino”, dijo Ulises mientras firmaba autógrafos, “yo soy Ulises, el del caballo de Troya, que va con túnica divertida y tiene mil metros de p…!”. Y acto seguido se bajó los pant… euh… se rasgó la túnica.
“Cuéntanos entonces qué pasó cuando saliste de Troya para regresar a tu hogar”, le pidió Alcino, “y tápate, desgraciado”.

“Pues lo primero fuimos a Ismara, una ciudad de los cicones, ahí por Tracia. Les colmamos de regalos y bendiciones antes de proseguir nuestro camino”, dice Ulises.
Es decir, que fueron ahí por sorpresa, mataron a todos los hombres, violaron a las mujeres, lo saquearon todo y quemaron las casas. Se fueron por patas, corriendo como niñas, después, cuando los tracios se organizaron y enviaron refuerzos contra ellos.

Más tarde, con sus nulas dotes de navegación características, fueron a parar a la tierra de los lotófagos, unos yonkis muy tarados que sólo se alimentaban de drogas chungas y adoraban a Bob Marley. Varios marineros de Ulises quedaron muy colgados del loto y comenzaron a expandir diversas ideas subversivas entre el resto de la tripulación… que había que tomarse la vida con calma, que vivían todos en Babilonia y que eso de que las drogas producen ceguera no es más que un rumor, pero que donde están mis gafas. Eso decían.
Por supuesto, Ulises los sometió de inmediato a un programa de desintoxicación… El programa de desintoxicación más antiguo y efectivo de la historia de la humanidad: infló a ostias a todos esos fumadores de hierbas, le despellejó las pelotas a uno con un cuchillo y le dijo a los demás que si no querían ser los siguientes, ya estaban subiendo al puto barco y dejándose de gilipoyeces.

Y los lotófagos sacaban el loto de la espalda de...
...nah, pero hubiese sido un puntazo

Pero lo más espectacular de todo fue la lucha contra Polifemo, que era un Cíclope (un gigante con un solo ojo, que todo lo que no tiene en visión de profundidad lo compensa con la habilidad de convertirte en una masa amorfa y sanguinolenta de un solo guantazo).
Polifemo encerró a los griegos en una cueva donde él vivía (eh tio, qué pasa!? las cosas no son fáciles cuando eres un disminuido visual, ni aunque midas veinte putos metros de altura) para ir comiéndoselos poco a poco (¿Quién puede resistirse a esos griegos, ricos y deliciosos griegos?). Después de hincharse a comer hombres, se bebía una jarra gigante de vino y luego se jalaba otro montón de humanos. Vaya, que vivía bien el puto cíclope.

Entonces, Ulises abrió el Inventario y le dio a USAR, LOTO, en JARRA DE VINO. Luego DAR, JARRA DE VINO CON LOTO a POLIFEMO. (tuvo que hacer 17 intentos para averiguar eso, durante lo cual murieron 455 de sus hombres).

Y algunas cosas de las que intentó para escapar... creedme que no las queréis saber.

“Este… don Polifemo, seguro que tiene mucha sed, ¿no querrá un trago más de vino?”, dijo Ulises al gigante. El tipo se bebió la jarra y se quedó frito.
Los griegos, con su mala leche habitual, aprovecharon que el cíclope dormía para afilar un tronco de madera que había por ahí tirado (Polifemo no era muy ordenado, que digamos) y se lo clavaron en el ojo. Hijos de la gran puta.

Polifemo, claro, pegó un grito de dolor en plan Mike Jagger que despertó a todos los demás cíclopes de la isla, que acudieron de inmediato a ver qué pasaba. Nadie le toca los huevos a un hermano ciclope. Ciclopes 4 life, man.
Pero Ulises había sido muy inteligente (o completamente irracional, según se mire) presentándose a sí mismo como “Nadie” ante el cíclope, lo cual, en una de las más bizarras carambolas lingüísticas en la historia de la incomunicación, produjo la siguiente escena:
“Polifemo, ¿te pasa algo?”
“¡Nadie está intentando matarme! ¡Nadie me ha dejado ciego!”
“Euh… bueno pues nos vamos... y, este… ya me pasarás la dirección de tu camello”.

Gracias a la ceguera de Polifemo (y a la alarmante falta de curiosidad y perspicacia del resto de cíclopes), los griegos pudieron escapar y regresaron a su barco. Y además, resulta que Polifemo era hijo de Poseidón. Por esto es que mucho más tarde, al salir de la isla de Calipso, el Dios del Mar atacaría a Ulises y le hundiría el barco.
Yo simplemente pensé que Poseidón… no sé. Que simplemente estaba loco.
El caso es que así derrotaron al cíclope.

Oh… ¡pero aún quedan muchas aventuras de Odiseo y su tripulación de locos por el surf por explicar!

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